LIMA MODERNA

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La apertura de la Vía Expresa produjo la construcción masiva comercial y residencial de los dis­tritos residenciales San Isidro y Miraflores, que ahora están uni­dos a la Lima Antigua, en un impetuoso desarrollo nacía el Este, hacia las primeras estriba­ciones de los Andes, teniendo como eje la Av. Javier Prado Este.

La gente adinerada comenzó entonces otra huida; y en el Este se han desarrollado lujosos barrios residenciales y comercia­les, desde San Borja, Monterri- co, Camacho, Las Casuarinas, etc. La audacia de los empresa­rios Alfredo y Felipe Aparicio Valdez -por ejemplo- convirtie­ron a los eriales de La Molina en uno de los más bellos y floridos centros residenciales ubicados en las planicies y rinconadas incrus­tadas en los Andes.

La Gran Lima, la Lima Metro­politana, cambió así de eje: el centro físico y vital de Lima está ahora no en la historiada Plaza de Armas de Pizarro, sino en el cruce de la Vía Expresa con la Av. Javier Prado, en medio de grandes edificios de más de diez pisos.

La Vía Expresa concretó uno de los sueños del arquitecto

Ernesto Aramburú Menchaca: convertir los seculares barrancos frente al mar en hermosas playas de arena. Para ello se han cons­truido numerosos espigones y se ha realizado un gigantesco movi­miento de tierras, lográndose ganar terreno al mar. Lima cuenta así ahora con una cadena de varios kilómetros de playas que van desde Chorrillos hasta Magdalena del Mar; y el arqui­tecto Aramburú no duda que en un próximo futuro esta “Costa Verde” se convertirá en una zona residencial y comercial.

Con estos desarrollos hacia el Sur y hacia el Este, como dispa­rados por una flecha, Lima se ha convertido en una gran metró­poli cosmopolita, con todas las grandezas y miserias que acarrea una metrópoli, agudizadas por su feroz y permanente centralismo económico y estatal, que no ha decaído desde que el Gran Capi­tán extremeño trazó con su espada hazañosa la Plaza de Armas de Lima.

Hermosos monumentos de mármol y de bronce, enormes edificios públicos y privados, bancos y hoteles de lujo, etc. acompañan este gigantesco desa­rrollo urbano explosivo pero más o menos planeado. El segundo gobierno del Presidente Belaúnde, también ha contribuido – como en su primer gobierno  al  crecimiento urbano de Lima, levantando grandes conjuntos habitacionales para familias de medianos recursos económicos, tales como las “Torres de San Borja”, Santa Rosa, Limatam- bo, Alfredo Dammert Muelle, Los Precursores, etc.

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