La ciudad de Ayacucho

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La ciudad de Ayacucho, la an­tigua Guamanga de los Incas, es la capital del Departamento de su nombre y de la Provincia de Huamanga. Se encuentra encla- vadaen una pequeña llanura de un cálido valle abierto en las desoladas regiones de los Andes Centrales. Está ubicada a 2,760 ^metros de altura sobre el nivel del mar y goza de un clima tem­plado y a veces cálido durante el día, y frío durante la noche.

Ayacucho es una de las ciu­dades  más pintorescas y acoge­doras del Peni. Uajo un cielo intensamente azul, despejadísi­mo, admirablemente luminoso, se retuercen sus calles estrechas y casonas e iglesias coloniales en una sinfonía de muros blancos, espadañas, torres, cúpulas y huertos de higueras, duraznos y naranjos que asoman sobre las tapias coronadas de cactus.

Por ello siempre se ha dicho que Ayacucho, tiene el aspecto de una típica ciudad musulmana, del norte de Africa o del Oriente clásico.

En realidad, Ayacucho con­serva su típico sabor viejo-espa­ñol colonial, aunque la gran mayoría de sus casonas solarie­gas y sus numerosas iglesias -tie­ne 38 iglesias-, aparecen muy deterioradas por el tiempo.

En esta forma Ayacucho va recuperando su antigua prestan­cia, pues durante la colonia fue un centro comercial de gran acti­vidad y en el que moraba lo más rancio de la nobleza colonial. La ciudad de Huamanga alcanzó su máximo esplendor en el siglo XVII y en la primera mitad del siglo XVIII. “Era centro de la red de comunicaciones que unía Lima con el Alto Perú y el Río de la Plata. Centenares de miles de muías pasaban diariamente por la ciudad ya sea rumbo al sur o hacia Lima. En ellas confluían las oleadas de mercaderías que venían desde el Pacífico y desde el Atlántico. El negocio de trans­porte por medio de acémilas eran tan importante que había todo un barrio, Ccarmencca, habitado únicamente por arrieros. La Feria de Chupas era famosísima en el virreynato. A ella concu­rrían comerciantes que venían no sólo desde Lima sino de Char­cas y el Río de la Plata” (Atilio Rojas Molina).

Todo el esplendor de los pala­cios y de las iglesias fue realizado en aquella época con el producto del trabajo de los indígenas sepultados en las minas o uncidos a la gleba en las haciendas, traba­jando de sol a sol y sin salario.

Toda esta opulencia descansó así sobre hombros de millares de millares de familias indígenas, pues desde el comienzo de la Conquista y luego de fundada la ciudad, los españoles se repartie­ron tierras e indios por el sistema de la mita y la encomienda. Cieza dice: “Muchos indios se repartie­ron a los vecinos de esta ciudad de Guamanga para que sobre ellos tuviesen encomienda”.

La voz Guamanga o Huaman­ga que significa “hártate halcón” se atribuye al inca Huiracocha, que dicen dio de comer en ése lugar a un halcón. Este Inca fue el que conquistó la región.

Por otro lado, Ayacucho quie­re decir “rincón de muertos”, nombre que viene de matanza, Hay falta de hoteles, sobre to­do en las épocas de fiestas,  como las de la Semana Santa-, en donde desde meses antes  es imposible encontrar un aloja­miento. Miles de turistas se que­dan sin poder viajar a Ayacucho desde Lima.

Precisamente con motivo de la celebración del Sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho, el Gobierno del General Juan Velasco ejecutó numerosas obras públicas en la ciudad, res­taurando muchos de sus monu­mentos. Además, existe un estu­dio realizado por el Banco Hipo­tecario del Perú para restaurar un conjunto de bellas mansiones y convertirlas en locales para hoteles o en oficinas para bancos.

Se ha renovado las redes de suministro eléctrico y se ha insta­lado un moderno sistema de comunicación con microondas con todo el país que está conec­tado con el Canal 7 de TV. Asi­mismo, se instaló el sistema tele­fónico automático.

Se remodeló el Palacio Muni­cipal, donde ser realizaron los actos del Sesquicentenario; y el Ministerio de Pesquería abrió un moderno local para el restau­rante “Las Agallas de Oro”, que es uno de los más grandes del país.

Se construyó un moderno aeropuerto -El “Aeropuerto Mendívil Duarte”-, terminal aéreo que recibe aviones Jet de tipo comercial, abriendo grandes perspectivas para el incremento del turismo. El nuevo Terminal Aéreo cuenta con un moderno edificio de dos plantas.

Pero no obstante todas estas obras y otras más con edificios modernos para los servicios de la ciudad, Ayacucho no ha perdido su típico sabor que ha hecho que siempre la comparen con Anda­lucía.

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