Iglesia y catedrales en Ayacucho
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Bien podría decirse también que Ayacucho es “la ciudad de las iglesias”. Los ricos mineros y encomenderos españoles financiaron la construcción de hermosos templos enriquecidos con altares dorados, valiosas telas y joyas. Entre ellos destacan:
La Catedral.— Que se encuentra en la Plaza Sucre, con una fachada de estilo barroco renacentista, un Coro de arte mudé- jar y un Tabernáculo del Altar Mayor enchapado en plata. Su custodia de oro tiene más de un metro de altura. Allí se encuentra el “Niño Llorón”, del que trata una tradición de Ricardo Palma. La construcción de este templo se comenzó en 1615.
Santo Domingo.— Se encuentra en la esquina de los jirones 9 de Diciembre y Bellido, Este templo de estilo mudé jar tiene a un lado una alta espadaña con tres arcos y, al otro, una recia cruz de piedra ubicada en la esquina del atrio. Esta cruz fue levantada en memoria de las numerosas víctimas causadas por la tempestad que se produjo en 1640.
La fachada del templo presenta dos concepciones distintas desde el punto de vista arquitectónico, que constituyen casi una rareza en este tipo de construcciones. En efecto, en la parte alta destaca una gran hornacina en la que hay una puerta que comunica con el Coro. Debajo hay un corredor sostenido por tres arcos.
Sobre el origen y el objeto de esta singular composición se han tejido muchas versiones, desde aquella rodeada de tenebrosas conjeturas, según la cual esta disposición exterior del templo fue concebida para servir a los propósitos de las ejecuciones de la Inquisición, hasta aquella quizá más lógica por su simpleza, de que únicamente se hizo así para atender mayor cantidad de fieles celebrando simultáneamente misas en la parte de afuera. Fue edificado durante los siglos XVI y XVII.
La imagen en bulto del Señor del Santo Sepulcro, es sacada en procesión la noche del Viernes Santo.
San Agustín.— Está en la esquina de los jirones Cuzco y Asamblea. Es de estilo renacentista. En este local se reunió en 1881 la Asamblea convocada por Nicolás de Piérola para discutir el desastre de la guerra con Chile.
San Francisco de Paula.— En la esquina de los jirones Callao y Garcilaso de la Vega. Su púlpito es uno de los de mayor calidad de Ayacucho. Data de 1713.
La Compañía.— En la primera cuadra del jirón 28 de Julio. Sus dos torres de ladrillo lucen frisos de flores esculpidas en los que los críticos de arte han destacado la influencia arequipeña. Tiene en sus altares imágenes consideradas de mucho valor y ejemplares únicos en el mundo por la delicadeza con que han sido esculpidos en madera. Sus obras pictóricas completan una de las más valiosas y bellas colecciones de arte colonial. Se fundó en 1605.
San Francisco de Asís.— En la tercera cuadra del jirón 28 de julio. Está considerado como uno de los más notables, no solamente en Ayacucho sino en todo el Perú. Es el único que tiene tres naves, después de la Catedral. Sus altares han sido primorosamente tallados con una exquisita profusión. Su construcción es muy sólida y toda de piedra. La fundación de la iglesia y el convento se remonta al año 1552.
Santa Clara.— Frente a la fachada oeste del Mercado Central. En este templo destaca el artesonado del Presbiterio, objeto de admiración y de curiosidad para todos los que visitan la antigua ciudad de Ayacucho. Está considerada como una de las manifestaciones más admiradas del arte colonial, tanto por su concepción como por la delicadeza de su ejecución. Esta iglesia fue el escenario en el que se desarrolla la Tradición de don Ricardo Palma, cuando la célebre “Monja Alferez”,
Catalina de Erauzo, se refugió en ella. (Ver Personajes).
San Juan de Dios.— A tres cuadras del Parque Sucre. Posée los lienzos considerados como los mejores de la ciudad. Fue fundado en 1555.
Santa Teresa.— Sexta cuadra del jirón 28 de julio. Tiene el Cotoalto con enrejado plateresco e incrustaciones de concha- perla. El púlpito es dorado y tallado. Data de 1688.
San Cristóbal.— Sexta cuadra del jirón 28 de julio. El valor de este sencillo templo está en que fue la primera iglesia construida en Ayacucho. No se sabe exactamente cuando fue levantado ni quienes la hicieron. Pero parece evidente que es tan antigua como la presencia de los españoles en Huamanga. Hay quienes afirman que fue mandada levantar por Cristóbal Vaca de Castro para dar gracias a Dios por su victoria sobre los almagristas en la batalla de Chupas, y que dispuso que allí fueran sepultados sus capitanes muertos en acción.