La plaza de Armas de Cusco

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Ningún  otro lugar del Perú, ni de América, como esta Plaza, ha supervivido a través de los siglos, sirviendo de grandioso escenario a hechos que no tienen paralelo. Cada metro, cada rincón de su piso, de sus muros, de su espacio, están saturados por la más vene- rabie tradición.

Si   su antigüedad es de mil años, o mil quinientos o dos mil, nadie lo sabe a ciencia cierta. Según la tradición incaica fue tra­zada por el fundador, Manco Cápac, para que sirviera como verdadero centro simbólico del Imperio.

Frente a ella construyeron sus palacios imperiales Pachacútec, Sinchi Roca, Huiracocha y Túpac Yupanqui. En esta Plaza estaba también el monasterio de las Vírgenes del Sol, así como el palacio de Huayna Cápac.

Los Incas le llamaban el Huacaypata, que significa llanto o quejido, nombre que se supone tiene su origen en las expresiones de reverencia, sumisión y admi­ración que provocaba al presidir los grandes ceremoniales religio­sos o militares que allí tuvieron lugar.

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