EL TEMPLO DE ANDAHUAYLILLAS

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Cumpliendo con las Ordenanzas Toledanas y llevar a cabo el anhelado proyecto de la Corona Española por evangelizar y convertir a los nativos “herejes” a la nueva religión que se impondría prontamente en los territorios conquistados, se realizan las primeras construcciones religiosas como símbolo de la implantación de la nueva fe. Inicialmente fueron sencillas capillas, aunque muy pronto fueron sustituidas por templos de gran carácter y presencia en todo el virreinato peruano siendo el área andina privilegiada con la cantidad y calidad de sus templos doctrineros. En la Relación de Vicarías Foráneas de la Rectoría del Cusco del año de 1570 cuando era Obispo de Cusco Fray Sebastián de Lartaún, se refiere que en ese año existía en Andahuaylillas una sencilla capilla. Así mismo se menciona este hecho en las Cartas Diocesanas de los Obispos Gregorio de Montalvo, Antonio de la Raya y Fernando de Mendoza documento posterior a 1 606. No queda claro el lugar donde debió estar edificada dicha capilla, porque estos documentos no lo mencionan. Algunos estudiosos del arte hispanoamericano señalan que el pequeño recinto religioso fue construido en 1570. Así mismo hay referencias que hacia 1606 esta construcción se amplía alargándose la nave para tener la nueva jerarquía de templo. Es posible que por este dato, se haya creado cierta confusión sobre la antigua capilla y que esta sirviera como base para la construcción de San Pedro Apóstol, sin embargo, las pesquisas realizadas durante el proceso de conservación, mostraron que no existió construcción previa al tem plo en el lugar de su actual emplazamiento. Ello nos lleva a señalar que la antigua capilla debió ser derruida para construir el templo. Los historiadores de la arquitectura andina José de Mesa y Teresa Gisbert, afirman que la construcción de San Pedro Apóstol se inició a fines del siglo XVI, culminándose a inicios del XVII.

El santo patrono del templo es San Pedro Apóstol, motivo por el que la fiesta principal de Andahuaylillas es el 29 de junio que el calendario católico celebra a los apóstoles San Pedro y San Pablo. Por la posible fecha de su edificación, investigaciones históricas de su arquitectura, señalan que presenta características formales como la nave alargada, muro testero plano y portada con archivoltas, correspondiendo a un renacimiento muy antiguo o de sus inicios, considerando que estos movimientos artísticos llegaban tardíamente desde el Viejo Mundo a América. Igualmente puede señalarse que la influencia del estilo Manierista, aquel arte cuya influencia en la zona sur andina tuvo corta duración por los primeros decenios del siglo XVII, estilo que está presente principalmente en la portada y parte de la decoración mural del edificio. En la primera mitad del siglo XVII, el templo estuvo en manos de párrocos del clero secular, entre los que más destacó fue el presbítero Juan Pérez de Bocanegra. La historia del templo está estrechamente vinculada a tres personajes. Ellos son, en orden cronológico de aparición en la vida del poblado, el párroco Juan Pérez de Bocanegra, el pintor Luis de Riaño y el obispo Manuel de Mollinedo y Angulo. En la actualidad, el templo es propiedad del Arzobispado de Cusco y su conducción bajo la responsabilidad de la Orden Jesuita del Perú.

El conjunto arquitectónico está constituido por el templo con capillas adosadas y la torre campanario, situado al suroeste de la plaza, sobre amplia plataforma y sigue la tipología de los templos parroquiales del sur andino, edificados en las reducciones de indios en época del virrey Francisco de Toledo. Su entrada principal está además situada hacia el noreste, frente al cerro A p u C u ri O rq o, principal deidad tradicional del poblado. Es evidente que fue razón suficiente para los españoles que el lugar tenga importantes connotaciones religiosas de creencias ancestrales, para que decidieran construir el templo en el espacio más importante del poblado, la plaza y en él la plataforma. Es creencia generalizada que el templo está ubicado sobre una w a c a prehispánica, es decir un lugar ceremonial ancestral, como es el caso de numerosos templos doctrineros del área siguiendo la política de los peninsulares de mostrar sin dejar dudas, la imposición y el dominio de las nuevas creencias, sobre las preexistent es consideradas “herejías”.

En los pueblos de indios, la plaza fue el referente más importante para sus pobladores. La legislación española, señalaba que el templo, así como el cabildo, cárcel y otras edificaciones emblemáticas se construyeran en este espacio. Era la manera de señalar su dominio sobre este territorio.

Es sabido además que en estos poblados, el templo era el único edificio monumental del lugar. Su emplazamiento aislado, su compleja volumetría, su gran tamaño, su altura, así como la presencia de campanario, redundaban en un evidente predominio sobre el resto de las edificaciones, más aún si estaba construido sobre una plataforma, como es el caso de San Pedro de Andahuaylillas.

El templo tiene una longitud de 62 metros, de ancho 10 metros y una altura de 13 metros en la nave y 142 metros en el Presbiterio hacia el artesonado. Aproximadamente tiene un área de 538 m que hacen de su espacio litúrgico de significativa magnitud. Está rodeado de jardines en tres de sus lados, los que lim itan con propiedades particulares en el lado izquierdo y los otros dos con propiedad de la parroquia. Están lim itados por muros perimetrales posterior y lateral izquierdo. Sobre este mismo lado, a mitad de la nave, se abre el portón lateral del templo, lado de la Epístola, es un acceso secundario que arranca de un jardín, conocido como “Portada de Animas”.

Su perfil volumétrico está dado por la torre del campanario, el presbiterio, la nave y capillas laterales adosadas a ambos lados de la nave a modo de contrafuertes y cuyas cubiertas descienden en el orden descrito.

Sus anchos muros de adobe, miden 2.00 m. de ancho, sobre profunda cimentación de piedra y está techado con estructura de rollizos de madera en el sistema de par y nudillo y sobre pares, que reciben la cubierta de teja cerámica. Un amplio atrio con pavimento de piedras de canto rodado, precede la edificación en el cual se emplazan tres cruces de piedra. El acceso al atrio es por escalinata de piedra que arranca de la plaza, cuyos peldaños están ejecutados reutilizando piedras de antiguas edificaciones Inca del siglo XV.

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