El Corpus de Coyllorite

POLITICSRuth Bader Ginsburg optimistic ‘over the long haul’ for US Quis autem vel eum iure reprehenderit qui in ea voluptate velit esse quam nihil molestiae consequatur, vel illum qui.

Una gigantesca cruz hecha a flores de “uchu”, cuyo color encarnado resalta sobre la blancura del glaciar del Sinacara, guía a los miles de peregrinos que anualmente en la fiesta del Cor­pus acuden hasta este lugar para rendir homenaje y fe al Señor de Coyllorite.

Coyllorite quiere decir “lucero de la nieve” y, verdad que el espectáculo es realmente maravi­lloso.

Para los campesinos del Cus­co, Puno, Arequipa y Apurímac, el peregrinaje a Coyllorite es cer­teza de bienaventuranzas. Por eso el viaje lo hacen a pie, lle­vando en sus bolsillos piedras de diversos tamaños que colocan frente a una capilla donde existe una “Apacheta” (montón de pie­dras).

Una vez en Coyllorite practi­can sus danzas matizadas a menudo con actos de penitencia, como el caminar de rodillas sobre la nieve. La antevíspera se rea­liza la procesión de la Virgen y la cruz de Tayancani, que es condu­cida bajo una “achiwa” o sombri­lla incaica. Al día siguiente los “ukukos” (disfrazados de osos) y los “machus” (viejos) suben a los glaciares y retornan al rayar la aurora cargando sobre sus espal­das bloques de hielo. Cuanto más grande es el bloque -imaginan- mayores serán las bendiciones conseguidas.

Luego, todos, se dirigen a don­de los “celadores” y les cuentan sus pecados pidiendo a gritos cas­tigo.

Entonces la nieve se cubre de hilos de sangre que caen de las heridas abiertas por los azotes.

En esta fiesta llena de belleza ingenua y brutal, encerrada por un paisaje abrumador, están prohibidas la embriaguez y con­tactos sexuales que proliferan en otras fiestas.

BARRA PARA AUTOR