La Ciudad Antigua de Arequipa
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El viajero que se acerca al corazón de la ciudad de Arequipa, fundada el 15 de agosto de 1540, lo hace con la admiración por su belleza y porque en sus piedras blancas se respira la historia en cada resquicio, en cada friso, en cada esquina.
La arquitectura arequipeña del coloniaje es una de las mejor logradas expresiones de inspiración religiosa que alcanza no sólo a los templos sino aun a la arquitectura civil.
Y precisamente por ese valor de espíritu recogido de la propia vida de los moradores, en Arequipa se encuentra el ejemplo más original de nuestra arquitectura, acaso el que con mayor título puede reclamar el calificativo de peruano.
La arquitectura, arte de expresión eminentemente social, tradujo en su lenguaje de formas plásticas una unidad biológica y espiritual de arequipeño, creando un repertorio propio con originalidad de raíces hispánicas e indígenas.
Es así como Arequipa ostenta en sus casonas un tipo peculiar de portada, de proporciones muy originales, caracterizado por un frontón curvado muy alto, con archivolta interrumpida en la clave terminada en volutas, comúnmente en plano atrasado respecto al resto de la cornisa.
Así se le encuentra tanto en las casas coloniales del centro de la ciudad, como la del Moral, la de Quiroz, la de Arróspide (hoy casa Iriberry), la de Ugarteche (hoy casa Ricketts), como las modestas portadas.