Nuestra Señora de la Soledad de la Basílica Menor de la Merced del Cusco

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¡Oh! María, tú que has pasado por un dolor tan grande y un sufrimiento tan profundo, ayúdanos a seguir tu ejemplo ante las dificultades de nuestra propia vida. 

La tradición de la iglesia católica, hasta hace algunos años, denominaba a la semana previa a la Semana Santa como Semana de Pasión. Los días eran llamados por su nombre al cual se le agregaba la muletilla: “… de Pasión” (Lunes de Pasión, Martes de Pasión, etc.); con excepción del día viernes, el cual era conocido como: “Viernes de Dolores”, pues este día estaba reservado para el recuerdo y memoria de los “Dolores de Nuestra Señora, la Santísima Virgen María”, desde la profecía de Simeón (cuando María presenta a Jesús en el templo) hasta la Sepultura de Jesús.

Esta conmemoración de los “Dolores de María” origino la advocación de Nuestra Señora de los Dolores o la Virgen de la Soledad (también conocida en distintos lugares como: Virgen de la Amargura, Virgen de la Piedad, Virgen de las Angustias, Virgen de la Caridad o la Virgen Dolorosa). Cuya representación iconográfica es variada, aunque manteniendo uniformidad en tres iconografías principales: El Rostro desencajado de la Virgen María, la vestimenta con colores de luto (morado o negro) y la presencia simbólica de un Corazón traspasado por una espada (recuerdo de la profecía de Simeón: “… Este Niño está puesto para ruina y resurrección de muchos de Israel, y una espada traspasará tu alma” Lc. 2, 22-35), o traspasado por 7 espadas (cada una en representación simbólica de los 7 dolores de la Virgen María) en cuya memoria se realiza la “SETENA”.

Los Siete Dolores que se recuerdan durante la “Setena” son:

1. La profecía de Simeón (Lc. 2, 22-35)

2. La persecución de Herodes y la huida a Egipto

3. Jesús perdido en el Templo, por tres días (Lc. 2, 41-50)

4. María encuentra a Jesús, cargado con la Cruz (Vía Crucis, 4.ª estación)

5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor (Jn. 19, 17-30)

6. María recibe a Jesús bajado de la Cruz (Mc. 15, 42-46)

7. La sepultura de Jesús y Soledad de María (Jn. 19, 38-42).

Hasta la década de 1960 se celebraba el “Viernes de Dolores”, fue Pablo VI quien suprime esta fiesta del sexto viernes de cuaresma y se traslada la conmemoración de la Virgen Dolorosa para el 15 de septiembre, fecha cercana a la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre). Sin embargo, en aquellos lugares donde la tradición se mantuvo, aun se sigue celebrando el Viernes de Dolores, en algunos lugares de nuestra región incluso se mantienen las procesiones de la Virgen Dolorosa este día (un ejemplo es el templo de San Sebastián, donde la Virgen Dolorosa sale en procesión en Viernes de Dolores).

LA ORDEN MERCEDARIA EN EL PERU.

Los primeros Sacerdotes Mercedarios llegaron al Perú entre 1530 o 1533, se asentaron primero en Piura (es famoso el Santuario de la Virgen de la Merced de Paita) y luego en Lima. A finales de 1534, llego al Perú el Sacerdote Mercedario Fray Sebastián de Trujillo Castañeda, primo de Francisco Pizarro. Entre 1535 y 1536 Fray Sebastián, funda la Iglesia y Convento de la Merced.

En el Templo de la Merced, se conserva una imagen que remonta a los primeros años de la colonia y que se dice fue la imagen más antigua de la Santísima Virgen María que llegara a la Ciudad del Cusco. La devoción a esta sagrada imagen fue tan importante, que pocos años después se fundó la “Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad”, el 1 de marzo de 1578 (Víctor M. Barriga, Los Mercedarios en el Perú, Vol. III, 354-357). Una antigua tradición cuenta que la imagen habría sido esculpida a pedido del Padre Comendador por ángeles artistas.

Con la llegada de los españoles, también llegaron con ellos las enfermedades y pestes, que asolaron Europa siglos antes y para las cuales los habitantes del Tahuantinsuyo no tenían los anticuerpos necesarios para combatir las infecciones.

“En 1614 una asoladora peste de garrotillo y erisipela –asolo el Cusco- con letíferas fiebres y varios tumores, que no había casa donde no hubiese herido muchos y los más desahuciados” (Fojas 21 al 24 – Anales del Cusco, “Autor Anónimo”). Durante esta peste, la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de la Soledad brindo piadosa protección a sus devotos y a la Ciudad del Cusco.

Años después, en 1650, Nuestra Señora de la Soledad fue una de las sagradas imágenes sacadas en solemne procesión, rogando que por su intercesión cesaran los Temblores del devastador terremoto que asolo el Cusco:

“ … Ordenó el Cabildo de la ciudad y el de su Santa Iglesia que a las cuatro de la tarde, saliese una procesión de la catedral con el Santísimo Sacramento, que dio la vuelta a la plaza, concurriendo en ella todas las Religiones y los dos colegios y después la colocaron en un tabernáculo en la Plaza con mucha cera, llegó la noche y salieron dos procesiones, la una de la Merced con la imagen Milagrosa de Nuestra señora de la Soledad, que es el mayor Santuario que hay en el Cusco, dio la vuelta a la plaza y a la de la Compañía de Jesús, volviendo cerca de su casa, por estar caído el Convento, la colocaron frente a la Puerta Principal… Salió pues el orden de San Juan de Dios, con el Santo Cristo de su casa que es el de mayor veneración que hay en el Perú, y le pusieron en la Plaza al lado de su Santísima Madre, donde estuvo hasta la mañana, con gran cantidad de cera, donde acudió gran concurso de gente, porque todos lo pasaron en la plaza…” (Folios 125/126 del Manuscrito «Sucesos del año 1650. Manuscritos de América. Archivo Histórico de la Biblioteca nacional de Madrid»).

La devoción a Nuestra Señora de la Soledad creció y se hizo más importante. Uno de sus devotos más famosos fue el Padre Fray Francisco Salamanca (1660 – 1737), celebre sacerdote mercedario autor de la pintura mural que adorna su celda, en la que paso mayor parte de su vida y en donde murió, de la cual solo salía los viernes por la noche cargando una cruz haciendo penitencia. Los restos del Padre Salamanca fueron encontrados a mediados del siglo pasado en las bóvedas, detrás del altar de la Virgen de Dolores en el Convento de la Merced en Cusco, “descansaban en un ataúd forrado de seda negra”. El Padre Salamanca murió en febrero de 1737 en su celda a la edad de 77 años. (Mortificación y Martirio en el Barroco Colonial – Rayiv David Torres Sánchez).

Nuestra Señora de la Soledad del Templo de la Merced, es una de las Advocaciones Marianas más importante de Nuestra Ciudad, cuyas celebraciones durante semana santa están cargadas de simbolismo y devoción. Su solemne Setena, la solemne celebración del Viernes de Dolores, el simbólico e importantísimo encuentro con el Taytacha de los Temblores (en la visita del Señor de los Temblores a la Basílica Menor de la Merced, durante la Procesión de Lunes Santo), y teniendo como punto cumbre su solemne procesión junto con el Santo Sepulcro en Viernes Santo. Procesión muy esperada por todo el Cusco y solo cuando esta termina y la Virgen de la Soledad ingresa al Templo dando por finalizada la procesión de la Merced, es que recién se inician las demás Procesiones de Viernes Santo de todos los templos y parroquias del Cusco.

Hoy, Viernes de Dolores iremos a presentar nuestro saludo a Nuestra Señora de los Dolores para pedirle que cuando se vuelva a reunir con el Taytacha de los Temblores, como en 1650, interceda por el Cusco  y pida para nuestra Ciudad PAZ Y TRANQUILIDAD.

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