Los quipucamayoc del Peru antiguo

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Los quipucamayoc de la época de los Incas cumplieron con la conquista española su última mi­sión. Sus informes, extractados de memoria con auxilio de quipus y quillcas([1]) fueron registrados y perennizados en los símbolos del alfabeto que hoy usamos. De ello se encargaron los cronistas de los siglos XVI y XVII, sea el español Cieza, el indio Huaman Poma, o el mestizo Garcilaso de la Vega Chimpu Ocllo.

Para el espíritu inquisitivo de la época con­temporánea, los informes de los cronistas resulta­ron insuficientes. La tradición que habían recogido reducía a sólo 12 ó 14 generaciones de Incas el pe­ríodo de la historia pre-hispánica. Esto es, cubría un lapso de 300 ó 400 años. Cierto es que Huaman Poma y Montesinos, aluden a épocas anteriores, medidas en milenios, pero sus historias no pueden ser otra cosa que invento propio o del informante, puesto que los sucesos históricos no superviven mucho tiempo cuando falta la escritura desarrolla­da. La tradición oral y las formas imperfectas de •escritura, no suelen trasmitir con fidelidad los he­chos más allá de lOO ó 200 años y. si logran sobre­vivir, adulteran la versión original, tornándola ca­da vez más legendaria y, finalmente, mítica.

Se crearon nuevas formas de interrogar el pa­sado. Las civilizaciones antiguas dejaban en su mar­cha por los siglos rastros de su existencia. Si se ca­recía de historias escritas, estos restos podían echar alguna luz sobre los remotos tiempos, no tratados en las crónicas. Fue entonces que se introdujo la disciplina llamada Arqueología. La misma busca y estudia todo vestigio dejado por el hombre, sea una ruina, un cántaro roto, un peine, etc. Son estos res­tos los que, en globo, se llama material arqueológico. Su simple hallazgo testifica la presencia del hombre en épocas antiguas y, la calidad del material descu­bierto, da una idea sobre el nivel cultural de la gen­te que lo fabricó. En conjunto, el material arqueoló­gico, viene a constituir lo que se llama testimonio monumental. La palabra monumental es tomada en el sentido de material arqueológica, de creación del intelecto humano trasladada o plasmada en objetos. Pero la disciplina arqueológica no se contentó con estas observaciones fundamentales, de reconoci­miento de la presencia del hombre antiguo y la va­lorización de su industria. La tarea en la cual aún está empeñada, es la clasificación de los testimonios del pasado; su ordenamiento en relación a su crono­logía. Es decir, se consideró’tarea primordial selec­cionar los restos según su antigüedad y región de procedencia.

Hoy, gracias al estudio de la arqueología, se conoce, en sus hitos fundamentales, el desarrollo de la historia peruana desde hace 10,000 años. Se sabe que el país, en los tiempos más ahtiguos, estaba po­blado por núcleos de gente primitiva, que se susten­taba de la caza, y apresaba los animales con armas sencillas hechas de piedra. Cinco mil años después, el hombre comenzó a utilizar los fundamentos de la vida agrícola y se sirve de algunas plantas fáciles de cultivar. Queda en discusión de si este notable descubrimiento llegó al Perú por difusión o de si el primitivo hombre de piedra progresó por su propia cuenta. La agricultura de hace 5 o 6 mil años fue primitiva, aún no emancipada de la caza y recolec­ción y, si bien es posible que el hombre que habita­ba el Perú tiempos atrás lograra por vía individual descubrir sus principios, hay que recordar que la forma incipiente de agricultura se da en

Lo que en los últimos tiempos viene llamándose quillca, no es lo que originalmente se señalaba con este nombre. Quillca, en la nueva acepción, es cualquier petroglifo o pictografía, sin distinción cronológica. En este caso, la quiUea, deja de ser un elemento cultural típico al Perú, puesto que petroglifos y pictografías se encuen­tran con tanta abundancia como en nuestro pala, en toda América, y aún en otros continentes. En cambio, Porras, rastreando la tradición recogida por los cronistas, es­tudió el empleo de la quillca imperial del Cuzco, esto es, la historia gráfica que se dice estaba representada en “paños», o sea sobre tejido, y tablas.

Mesoamerica mucho antes que el Perú; talvez con dos mile­nios de anticipación. Pasaron 2 ó 3 mil años desde los inicios de la agricultura, hasta que, hacia 1,000 A.C. el hombre peruano se ocupó de labrar los cam­pos con técnica. La aparición de la agricultura avan­zada se da de golpe, y con ella un sin número de elementos culturales. El maíz, en su variedad ver­daderamente productiva; la cerámica desarrolla­da; la arquitectura monumental; el tejido a telar verdadero, etc., son, ál lado de técnicas agríco­las cada vez más ^complicadas, los testigos que firman la partida de nacimiento de la alta cultura peruana. Y el resorte básico de tantos inventos se debe a la madre agricultura. Permite que el hombre se vuelva del todo sedentario, disponga de tiempo para hacer ollas, que ahora puede utilizar y conser­var, por la vida sedentaria que lleva; se pueda de­dicar con paciencia, entre cosecha y cosecha, a la fabricación de tejidos; y, levante monumentos ar­quitectónicos permánentes, de material y formación.

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