Re Sentimientos

Caían desde el cielo, sí, caían al pueblo
muchos Caínes, sí, y no bajaba Abel,
con agua salada formaban magnos lagos, tan insólito:
aguardiente pura y añeja, que no hace bien.

Yo era a lo bueno impermeable.
De la lengua de un loro tenía toda su sed.
Sufría sequías de cuarenta desiertos.
Mi última botella de sangre entonces derramé.

Iba llegando tarde a una casa macabra,
el funeral donde te conocí.
Si yo no llegaba no habría entierro.
Ya se que estuve, pero yo nunca fuí.

Un fierro en la frente la parca me puso.
Un hierro caliente marcaría mi ser.
Caminando entré a un cuarto creciente,
pero al verte, ya menguante, huí.

En la mitad de medio minuto
quince segundos te regalé.
En la discordia casi era el tercero.
En tu cuarto oscuro yo te boté.

No tenías risitas, no sentías placer.
No para hablar abrías la boca,
vendías barato tu vientre,
y el camino que llega hasta él.

Yo no veía tanta mentira,
ni entendí por qué me hiciste tan mal.
Si hasta tus ojos tenían un precio,
y era tan módica la suma de tu hocico vertical.

Volvió a estar llena la luna de nuevo
el día manso en que te olvidé.
Fue una noche rota, tarde casi 6 horas
en sacarme toda tu ropa, amén.

Iría preso por vos si no muriese yo.
Es que el arma que te defendía
también sería, y fue, el que te postró.
Te dejó rendida pero sin vida, querida, en mi corazón.