FIESTAS, SACERDOCIO, OFRENDAS Y SACRIFICIOS
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5.1 Fiestas
El tiempo estaba dividido en días sagrados y días corrientes u ordinarios. Estos eran dedicados a las actividades profanas o reales; los otros días fueron los dedicados a la divinidad, a las fiestas.
En este doble concepto de la fiesta y el trabajo, hay que percibir en una forma muy clara la diferencia que en todas las culturas aparecen siempre sobre el modo de conducirse del hombre en cada una de estas actividades. Mientras en el trabajo su esfuerzo o su tarea es disciplinada, esta sometida a reglas inflexibles: Horas de trabajo, Cantidad de Labor, Prohibición de todo desperdicio; bien marcadas las responsabilidades del individuo dentro del grupo; hay una especie de automatismo o mecanización del hombre; la fiesta es, el cambio, la ruptura de todo esto, por eso es canto, danza, embriagues, exceso de comidas, etc.: es el contraste con lo rutinario, como si el hombre liberarse del peligro de convertirse en maquina. Tiene que alternar todos los días de trabajo con los días de Fiesta y así es como aparece el calendario, resultante de esta distribución del tiempo entre las fiestas y labores.
En un pueblo como el peruano antiguo el calendario tenia que ser eminentemente agrícola; un calendario campesino o rural en que cada uno de los meses esta marcado por faenas campestres, en que los momentos culturales de la vida del hombre son aquellos en que siempre y recoge. Las Fiestas máximas del año son también las de siembra y las de cosecha.
Volviendo a lo que habíamos anunciado sobre los dos grandes lapsos que son alternos: El trabajo y la dirección enla Fiesta, diremos que la fiesta es, además de dirección, culto, de modo que esta fue la actividad religiosa. La danza tiene relación con el culto a los Dioses, con los espíritus, pero al mismo tiempo es una creación musical; no hay danza sin música, es una creación coreográfica, es decir de movimiento corporal, de las extremidades, el cuerpo entero. Además, el que danza siempre se viste de modo particular, con piezas que no forman parte del ropaje ordinario, usadas únicamente con fines religiosos por su simbolismo. Los que bailan se ponen pieles de animales, cabeza de puma o alas de cóndores, en relación con el tipo de danza correspondiente. La danza es al mismo tiempo diversión. Esta actividad lúdica de movimiento, del canto, de la música produce en el individuo una exaltación. Hay danzas como las antiguas Griegas, mágicas: de ritmo acelerado, movimientos excesivos, y hay danzas de gran severidad, de movimientos acompasados, que podríamos llamar danzas apolíneas, siguiendo la clasificación griega. Cuando estas danzas han ido perdiendo su carácter religioso – eso lo vemos cuando una cultura se desintegra – ya la danza no es sino diversión, igual que cuando pasa a otra cultura enteramente distinta. Así sucede en nuestra cultura, pues todos los bailes son de mera diversión.
Cuando los sacerdotes Católicos se escandalizaron de lo que llamaron “borracheras” de los Incas, no era por que estos fuesen aficionados al alcohol, sino por que la embriagues era parte de la exaltación o frenesí que produce la fiesta.
La distribución de las fiestas y su duración eran muy importantes en la vida de la colectividad: No podía haber exceso de fiestas, tenia que ser una proporción menor del tiempo dedicado a la tarea productiva, ya que se trataba de un pueblo de trabajadores. No estamos muy seguros en realidad de cómo se producían las fiestas, con que periodicidad. Sabemos que en cada mes había una fiesta, pero no podemos fijar en que momento se producía y que duración tenia. La impresión que recibimos a través de los cronistas es que había cuatro grandes fiestas en el año, que seguramente tenían mayor duración; y quizás de entre estas cuatro hay dos que fueron las más largas. Estas grandes fiestas son los Raymis, Raymi equivale a Pascua, ósea a gran fiesta. Había el Inti Raymi, la gran pascua del sol, que se realizaba después de la cosecha como en acción de gracias. Esta debió serla Fiestamáxima, primero por que había más tiempo para dedicarle, pues ya se había concluido con el trabajo del campo; ya las mieses estaban en los depósitos o graneros.
Santillán relata que el Inca hacia cada año una gran fiesta y solemnidad en el Cusco dedicada de modo particular al sol y que para entonces mandaba que fuesen llevadas todas las huacas de la tierra que eran unas piedras, con todo su menaje de oro y que en el Intiwasi las colocaban junto a las imágenes del sol y dela Lunay que los cuerpos momificados de los Incas con sus joyas y servicio. La fiesta duraba un mes, se hacían muchos sacrificios y ofrendas a Dioses y Huacas y se bebía abundantemente, y pasada la fiesta volvían las Huacas a sus lugares de origen, todas las ofrendas eran quemadas, excepto el oro que no se tocaba y no salía del Cusco.
En determinados intervalos habían ayunos generales, en especial cuando era el tiempo próximo a las lluvias anuales, o cuando había algún genero de pestilencia; este ayuno duraba 5 días y en el se privaban de la chicha, del ají y de sus mujeres. La comunicación de los fieles era directa con sus Dioses, sino por intermedio de sus sacerdotes a quienes entregaban sus ofrendas.
El Inca y todos los presentes se retiraban a sus moradas y las momias a sus respectivos adoratorios.
Esta ceremonia se repetía durante ocho días consecutivos y el ultimo eran llevados unos tirapiés (tacllas) de oro y el Inca tomaba uno de ellos y con el rompía y araba la tierra, lo mismo hacían los demás nobles y curacas, para que de ahí en adelante hiciesen los demás en el resto del Imperio; por que, sin hacerlo hacia el Inca los suyos, ningún hombre los haría arar ni tocar la tierra, por que tenia por seguro que ningún fruto daría.
El Padre Las Casas registra los siguientes datos sobre lo que fue una de las fiestas principales: Hacia el naciente en la ciudad del Cusco había una llanura a la cual llegaban muy de madrugada las momias de los reyes que estaban en sus mausoleos así como de los demás señores y principales. Los de mayor autoridad eran puestos debajo de ricos toldos y de plumeria de muchos colores y la serie de estas tiendas se formaba como una calle bastante ancha.
Salía el Inca de su palacio con un cortejo de más de 300 orejones, a los cuales no se allegaban ninguno otro que no fuese de su sangre. De este concurso haciase dos coros que cantaban una como la otra parte. El Inca tenia su tienda primorosamente adornada dentro como de un cercado con su escaño de oro, un poco aparte de la hilera que formaban los cortesanos, quienes lucían muy bellos vestidos con mantas y túnicas cuajadas de plata con brazaletes y patenas del mismo metal de oro, ofreciendo un aspecto muy deslumbrado, pero era el inca quien sobresalía por la riqueza de su atavió sobre todos los demás.
Todos estaban ahí muy callados esperando que saliese el Sol, y así en cuanto este apuntaba, los coros comenzaban a entonar con mucho concierto un canto a media voz meneando cada uno de ellos un pie a manera de compás. A medida que se levantaba el sol, su canto era mas alto, el Inca lo dirigía con su propia vos, y después de haber estado un tanto con los suyos, regresaba a su escaño, donde ocupabase de los asuntos que se le sometían; y retornaba otra ves al coro y así alternando pasaba el día.
Cuando el sol había llegado el medio día, las voces hacían gran estruendo, y el tono iba enseguida bajando a medida que el sol descendía. Era, pues, perfecta la correspondencia entre el canto y el camino que seguía el sol. En el curso de la fiesta, se hacían las ofrendas y sacrificios, y en una parte del llano, cerca de un árbol, se hacia una gran fogata, donde era arrojada la carne de los animales sacrificados; en otra parte próxima el Inca echaba al pueblo muchas presas de llama para que la gente común que ahí estaba se la disputase, en medio de la gran pugna y jubilo.
Desde temprano habían salido de la ciudad doscientas muchachas llevando un cántaro lleno de akja (chicha), bien cerrada con su tapadera que solamente abrían en el momento de ofrecer el líquido al sol junto con el cestillo de coca del cual hacían en grupos de cinco en cinco.
Al atardecer, el canto haciase lento y triste, con voces que cada vez más débiles, hasta que cesaban con el último resplandor solar, el cual acababa con las expresiones de humildad y acatamiento que eran las continúas reverencias que todos le hacían.
Hay otra gran fiesta que más o menos debió corresponder al mes de diciembre (entre diciembre y enero): El Cápac Raymi, fiesta del Inca y de la nobleza. Se realizaba en el Cusco y por ser fiesta de la clase dominadora debió ser también de mayor duración que las otras. En ellas gran derroche de bebidas y de comida, el consumo era mayor y esa era precisamente la excelencia del Inca; el podía prodigar bienes, dar de comer no solo a la nobleza sino al pueblo, en esos grandes banquetes que se llamaban Caracuy (“dar de comer”), los cuales se realizaban al aire libre y presididos por el propio Inca. Esta costumbre es tradicional y se lleva a cabo por los curacas en tiempo de los españoles.
La otra gran fieses el Uma Raymi, osea la fiesta del agua (uma: agua, en aymara). Es lka fiesta de las fuentes, de las nacientes de los ríos, de los poderes de la lluvia, del rayo, en los tiempos correspondientes o cuando es necesario para la agricultura que haya agua en los ríos y en las fuentes. El papel del agua era importantísimo en un país agrario como el antiguo Perú, de ahí que esta fiesta haya sido una de las más importantes del año.
La otra gran fiesta era el Coya Raymi, pascua de la reina, es la fiesta femenina por excelencia, todos los ritos son dirigidos a la luna, madre de la fecundidad. Tiene que hacer tambien con las aguas, con los productos de la tierra, con las mujeres con la fertilidad, en el reino animal y en la propia humanidad. Que las mujeres tengan hijos y que se reproduzcan los animales. Quien preside la fiesta esla ReinaCoya.representantede la luna en la tierra.
En este aspecto de la división del tiempo, tenemos que ver. Además, una influencia de tiempo más bien mágico. Tenían la comunicación de que había tiempo favorable y tiempo adverso, es decir días fastos y días nefastos. Pero no sabemos si tuvieron una manera de diferenciar los días tal o cual lo hacemos nosotros pues no ha quedado ninguna indicación de que dispusieran de una nomenclatura para los días.
5.2 Las Fiestas Incaicas Vistas Por Los Españoles.
Sacaban en un llano, que es la salida del cusco. Hacia donde sale el sol en amaneciendo, todos los bultos de los adoratorios del cusco, y los de mas autoridad ponían debajo de toldos de pluma y muy ricos y bien labrados, que parecían muy bien, y hacian de esta toldería una calle, que distaban la una toldería de la otra un gran tiro de herron: en la cual distancia se hacia una calle muy ancha de mas de treinta pasos, y en esta calle se ponían todos los señores y principales del cusco, sin intervenir señor alguno de otra generación; y estos todos eran orejones muy ricamente vestidos con mantas y camisetas ricas de argentería y brazaletes y patenas en la cabeza de oro fino y muy relumbrantes, los cuales hacian dos y de los que cada uno tenia mas de trescientos m, y en manera de procesión, los unos de un lado y los otros del otro.
Estaban muy callados y esperando a que saliese el sol ,y aun no había salido bien, cuando así como comenzaban ellos a entonar con gran orden y concierto con canto entonándole con menear cada uno de ellos un pie, como cantores del canto del órgano, y como el sol iba saliendo, mas alto entonaban su canto.
El inca tenia su tienda en un cercado con una silla y escaño muy rico y apartado un poco de la ida de estos, y al entonar, levantabase con gran autoridad y póngase en el principio de todos y era el primero que comenzaba el canto, y como el hacia, hacian todos, y ya que había estado un poco, volvía a su silla y hay se estaba negociando con los que venian hacia el, y algunas veces de rato en rato, iba a su coro y estaba un poco, y luego se tornaba.
Y así estaban estos cantando desde que salía el sol hasta que se encubría del todo, y como ata el medio dia el sol iba saliendo, ellos iban acrecentándolas voces, y de medio dia para hacia abajo se iban menguando, teniendo gran cuenta con lo que el sol caminaba. Yen todo ese tiempo, se hacian grandes ofrecimientos en una parte, en un terraplén donde estaba un árbol estaban indios que en un gran fuego no hacian mas que echar carnes y quemarlas allí y consumirlas con el fuego, y en una mandaba el inca echar ovejas a los indios comunes y pobres a la rebaña, lo0 cual era cosa de gran pasatiempo.
A las ocho del dia salían del Cusco más de 200 mujeres mozas, cada una con su gran cántaro nuevo de más de arroba y media de chicha, embarrado con su tapadera, las cuales todos eran nuevos y un mismo embarramiento, y venian de cinco y con mucha orden y concierto, esperando de trecho en trecho. Ofrecían aquellas al sol muchos cestos de una hierba que ellos comen, se llama coca, en su lengua, que es la hoja amanera de arrayán; y tenían otras muchas ceremonias y ofrecimientos que largo de contar.
Basta que ya, cuando a la tarde se quería ocultar el sol , ellos, en el canto y en sus personas , mostraban gran tristeza por su ausencia y enflaquecían de industria mucho las voces, y ya cuando el sol se entraba del todo, que se desaparecía a la vista de ellos, hacia una gran admiración, puestas las manos, le adoraban con profundísimo humildad , y alzaban luego todo el aparato de la fiesta y se quitaban la toldería y cada uno se iba a su casa y adoratorios y así por el mismo orden, vinieron ocho a nueve días arreo.
Y es de saber que aquellos bultos de ídolos que tenían en aquellos toldos, eran de los incas pasados que habían señoreado el Cusco. Cada uno tenia allí gran servicio de hombres que todo el dia estaban mosqueando con unos asentadores de plumas, cisnes de espejuelos y su mamaconas, que so como beatas. En cada toldo había como doce o quince.
Pasadas las fiestas, en la ultima levaba muchos arados de mano, los cuales antiguamente eran de oro, y hechos los oficios, tomaba el inca un arado y comenzaba a romper la tierra, y lo mismo los demás señores, para que de allí en adelante en todo su señorío hiciese lo mismo; y siempre que el inca no hiciese esto no había que osase romper la tierra ni pensaban que produjese si el inca no la rompiera primero; y esto basta en cuanto las fiestas. De la crónica del Sochantre Cristóbal de Molina (el de Chile).
5.3 Las Fiestas De Cada Mes Del Año
- La primera fiesta y mas principal de todas era la que llamaban Capacraymi, que hacia en el primer mes del año, que era diciembre, que se llama Raymi. En esta fiesta se ofrecían grandes sumas de carneros y de corderos en sacrificio se quemaban con leña labrada y olorosa. Y traían carneros, oro, plata, y se ponían las tres estatuas del sol y las tres del trueno, padre e hijo y hermano, que decian tenia el sol y el trueno.
En estas fiestas se dedicaban los muchachos Incas y les ponían las guaras o pañetes, y les horadaban las orejas y les azotaban con hondas los viejos y untaban con sangre el rostro todo, en señal de que habían de ser caballeros leales del Inca. Ningún extranjero podía estar en este mes y fiesta en el cusco, y al cabo de las fiestas entraban todos los de afuera, y les daban ciertos bollos de maiz con sangre de sacrifico, que comían en señal de confederación con el Inca. Hacinase diversas ceremonias por haber ya cesado del todo según se entiende no se refiere.
Solo se advierte que el poner de las guaras, o pañetes a los muchachos, que son de doce a quince años dura hasta ahora, y es muy usada entre los indios y llamada en la quechua: HUARACHICUY y en la aymara: VICARASSIÑA, tambien auque no sea por la primera orden ni por el mismo tiempo, usa en muchas partes, especialmente en Potosí y en las tierras del rededor, hacer la dicha fiesta llamada Raymi, al tiempo de sembrar y, de Corpus Christi, vistiéndose y comiendo y bebiendo y bailando y haciendo diferentes sacrificios al tiempo antiguo.
- La fiesta del segundo mes llamada Camay, en que hacian diversos sacrificios y echaban las cenizas por un arroyo abajo; este mes es Enero
- Al tercer mes y fiesta de el llamaban Hatun pucuy en que se sacrificaban cien carneros como en los otros meses, y este corresponde a febrero.
- El cuarto mes y fiesta se llamaba Pacha pucuy en que se ofrecían cien carneros negros, este mes es marzo.
- El quinto mes y fiesta se llamaba Atihuaquiz en que se sacrificaban cien carneros moromoros, esto es pintado, este corresponde a abril.
- El sexto mes se llama Hatun cusqui aymoray, que corresponde a mayo; tambien se sacrificaban otros cien carneros de todos los colores .En esta luna y mes (es cuando se trae el maíz de la era de la casa), se hacia la fiesta que es hoy muy usada entre los, indios que se llaman Aymaray (del aymorañal). Esta fiesta se hace viendo desde la chacra hasta su casa ,diendo ciertos cantados ,en que ruegan que dure mucho el maíz y que hacen cada uno en su casa una huaca,la cual llaman mama zora ,tomando de su chacra cierta parte de maiz seña lando en cantidad y poniendole en un toje pequeño que llaman pirua , con ciertas ceremonias y belando tres noches, y este maiz meten a las mantas mas ricas que ellos tienen, y dfesde que esta tapada y aderesado,adoran esta pirua y la tienen en gran beneracion, y dice que es madre de su chacra y que esto se da y se conserva el maiz, y por este mes le asen un sacrificio particular; y los hechiceros le preguntan si tienen fuersas para el año que viene y si rersponde no, lo llevan a quemar a la misma chacra con la solemnidad de que cada uno pueda. I hacen otra pirua con las mismas ceremonias diciendo que renuevan para que no peresca la simiente del maiz, y si responde que tiene fuersas para durar mas, la dejan asta otro año.Esta su persticion dura asta hoy dia ; y es muy comun entre los indios aser estas piruas y aser las fiestas de Aymoray.
- El septimos que corresponde a junio, se llama Aucay cusqui, Inti Raymi, en que se sacrificaban cien carneros, guanacos y que decian que era la fiesta del sol.En este mes se hacian gran suma de estatuas de leña labrada de quisuar, todas vestidas de ropas ricas y hacian el baile llamado cayo. Y en esta fiesta se derramaban muchas flores por el camino y venian los indios muy enbijados; y los señores con unas potenillas de oro puestas en las barbas. Y cantando todos hase de advertir que estas fiestas cae casi al mismo tiempo que de los cristianos hacemos la solemnidad del Corpus Christi, y en algunas cosas tiene alguna apariencia de semejanza (como es en ajadito y hay hoy dia entre los indios que parecen celebrar representaciones danzas, o cantares) y por esta causa nuestra fiesta de Corpus christi; mucha superstición celebrar la suya del Inti Raymi.
- El octavo mes se llama Chahua huarquis, en el cual se quemaban otros cien carneros
Por le orden dicho, todos pardos de color de vizcacha, y este mes responde a julio.
- El noveno mes se llama Yapanquis. En el cual se quemaban otros cien carneros y se degollaban y quemaban mil cuyes, para que el hielo el aire y el agua y el sol no dañase las chacras .Este parece que corresponde a agosto.
- El décimo mes se llama Coya raymi, en el cual se quemaban otros cien carneros blancos lanudos .En este mes (que corresponde a septiembre) se hacia la fiesta llamada Sitúa, en esta forma que se juntaban todos antes de que salga la luna el primer dia, y en viéndola daban grandes voces con hachones de fuego en las manos. Diciendo:
-“¡Vaya el mal fuera!”
Dándose unos a otros con ellos. Esto se llama panconcos. Y esto echo, se hacia el lavatorio general en los arroyos y fuentes cada uno en su Seque o pertenencia, y bebían cuatro días arreo. Este mes las mamaconas del sol gran cantidad de bollos hechos con sangre de ciertos sacrificios; y cada uno de los forasteros daban un bocado y también enviaban a las huacas forasteras de todo el reino y a algunos curacas en señal de confederación y lealtad al Sol y al Inca. Los lavatorios y borracheras y algún rastro de esta fiesta Citua, aun dura todavía en algunas partes con ceremonias algo diferenciadas, y con mucho secreto. Aunque lo principal y publico allá cesado.
- El undécimo mes se llama Homa Raymi puchasquiz ene. Cual sacrifican cien carneros y si faltara agua, para que lloviese ponían un carnero todo negro, atado en un llano, derramado mucha chicha alrededor y no le daban de comer asta que lloviese. Esto se usa tambien en muchas partes, por este mismo tiempo que es por octubre.
- El último mes se llama Allamarca, en la cual se sacrificaban otros cien carneros y se hacía la fiesta llamada Raymi Cantaraiquis. En este mes (que corresponde a noviembre) se aparejaba lo necesario para los muchachos, que se habían de aser orejones al mes siguiente y los muchacho con los viejos hacian cierto alarde dando algunas vueltas. Y esta fiesta se llamaba Itu Raymi, la se hase de ordinario cuando llueve mucho o poco o hay pestilencia (“informaciones acerca del la religión y gobierno de los incas”: los héroes y supersticiones de los indios…, de Juan Polo de Ondegardo.)
5.4 Sacerdocio
El hombre sacro es el sacerdote, quien para asumir su función no debe ser como cualquier hombre, debe estar dotado especialmente con una suerte de investidura o espíritu que poseen determinados seres, que los hace aptos para desempeñar una función superior como el sacerdocio, tal es el carisma. En el antiguo Perú, sobre todo el periodo Incaico, había una verdadera organización del sacerdocio, y por consiguiente una iglesia, con sus leyes y dogmas. Parece que en un primer periodo el jefe de la iglesia fue el mismo inca, quien reunía en si el poder político, militar y el espiritual o religioso; pero cuando creció el Imperio la función política absorbía las energías del Inca y se vio obligado a desprenderse de esas otras funciones para encomendarlas a gente muy vinculada al él por la sangre: Así paso a ser jefe del ejercito un hermano o un hijo suyo, y el jefe de la iglesia otro hermano o tío de él.
Cuando es una persona distinta del Inca quien ejerce la jefatura suprema dela Iglesia, tenemos un funcionario especializado, muchas veces tan poderoso como el Inca y en ciertos momentos aun más poderoso; por que cuando muere el Inca, las insignias del mando – se puede decir poder – pasan al supremo sacerdote quien las guarda en el templo del Sol. Solamente las saca de ahí cuando se ha señalado que se va a ungir al nuevo Inca y es el sumo sacerdote quien impone las insignias. El sumo sacerdote lleva un nombre que valía según los cronistas: Unos le llaman Willac Huma (“Cabeza que habla”), otros Huillca Umu, que quiere decir Sacerdote, Mago o Adivino del Sol, traducción mas compatible con sus funciones; de modo que la religión y la magia venian a unirse en este poder supremo del sacerdote, jefe de la iglesia del Sol. Numerosos sacerdotes constituíanla Jerarquía Eclesiásticaque tiene en su escalón mas bajo al Cusipata, el lego.
5.5 Ofrendas y Sacrificios
En la carta Annua se anota que había huacas en peñascos altos. Una con figura de Ñusta ricamente vestida. Es Acobamba, la llamada Saccallia que eran cuatro piedras grandes puestas en orden dentro de una cueva tapiada, a la cual hacian ofrendas, arojandolas al interior por ciertos agujeros. En Callamarca (Doctrina de Huaylas), había quince adoratorios y una laguna, en la cual, para curarse, se bañaban los enfermos. En otro pueblo de la misma área estaba el Dios del Amor, que era una pequeña fuente perdida entre una áspera arboleda: Se le hacian muchos sacrificios en curiosos cantarillos. El cerro Tamrayco que era muy alto era el Dios de los Pastores, y en el hablaban los vientos, haciendo un ruido al modo de un caudaloso río.
El Dios Huayllay que era el rayo (al cual llamaban Santiago, después de la conquista). La carta Annua dice: “Este Dios es universal y el mas Venerado en todos los pueblos, siendo raro el Indio que no lo adora, créendo que de el vienen todos los malos sucesos”.
Acostumbraban untar las puertas con la sangre de los sacrificios. En el pueblo de San Juan de Chaucarima había un peñón en que era fama que aparecía un monstruo con barbas y orejas largas que causaba la muerte a cuantos lo veían. En Huanchor se descubrió el cuerpo de Huanchor Vilca, considerado como su fundador. Carampoma era un notable adoratorio que tenía un ídolo grande y más de veinte pequeños y muchas momias.
Según Las Casas, una de las ofrendas mas preciadas es la de unas cuentecillas muy menudas hechas de oro en forma tan delicada y preciosa que era de admirar. Una cantidad de dichas cuentas, que tenían la denominación de Chaquira, era puesta en los templos o en las tumbas y muy particular cuando se trataba de la adoración del Sol.
Seguían en importancia las ofrendas de Coca, de Sebo de Llama, de Conchas Marinas, de tierras de colores, de trozos de metal (oro y plata), las plumas de aves de diversos colores, frutos de la tierra, objetos de cerámica, piezas de tejido, pelos de las cejas y pestañas (los cuales eran soplados hacia el Sol). El padre Cobo afirma que se ofrecía al mar harina de maiz o chicha; ala Apachetalo era de coca mascada, plumas de colores, calzado viejo, trapos y piedras, así como cejas o pestañas.
Eran materia de ofrenda pedazos de oro y plata con figurillas de los mismos metales que eran enterrados. Se ofrecía a Dioses y muertos ropa fina, piezas de varón y de mujer, grandes y pequeñas. Con estas ultimas eran vestidos los ídolos y con aquellas las momias; además, se entregaban tejidos que eran puestos doblados junto al muerto. A las fuentes se ofrecía conchas marinas enteras, quebradas o molidas. La madera labrada y olorosa era materia de ofrenda.
Según Cobo las llamas de varios colores denominabanse moromoro; la que era llevada a la plaza por dos Yanaconas en la fiesta de Ayrihuayquiz, era la “Llama del Raymi”. En esta misma fiesta había un bulto muy venerado, el Sundor Paucar.
En la fiesta del Jatun Cusqui iban delante dos muchachos llevando unas figuras de pluma en las manos, lo seguíala Napao Llama Blanca. En esta misma fiesta los que ya habían recibido las huaras iban a Saucero (Camino de San Sebastián, Cusco), donde recogían el maiz cosechado y lo guardaban en unos costales pequeños, cantando el Araví. En esta misma chacra araban los nobles y hacian una gran fiesta.
En el Inti Raymi se sacrificaban cien llamas pardas en el cerro Mancurcaya (no guanacos como dice Murua). Participaban en el Rito únicamente el Inca y los Nobles de Sangre Real y no las mujeres. Concluido este, las Mamaconas les daban de beber en vasos de oro. El sacrificio era distribuido por terceras partes entre el Sol, el Trueno y Wiracocha, que se repartían en la misma forma treinta piezas de Cumbi. Llevaban seis apurucus y los quemaban. La danza Cayo era bailada cuatro veces al día. Una mitad de los bailarines iba a Chuquicancha y la otra a Paucarcancha, donde se quemaban otros seis apurucus.
Cuenta Cobo que Huascar trataba con severidad a sus súbditos, que se dejaba ver pocas veces, que no salía a comer en público en la plaza como tenían costumbre los Incas, que hacia muy poco acatamiento a los cuerpos momificados de sus antecesores, y dispensaba poco favor a los nobles que se ocupaban de su culto. Sin embargo, cuando se supo en el Cusco la derrota y subsecuente prisión, se hizo muchos sacrificios de niños y de llamas y se quemo una gran cantidad de ropa, invocando la intervención de su Dios Wiracocha. En estas circunstancias, se produce la misteriosa aparición de gentes nunca vistas, los españoles, “Y teniendo los Incas este hecho por muy misterioso […] Por haber sucedido poco después que ofrecieron su sacrificio llamaron Wiracocha a los Españoles […] Por que creyeron que era gente enviada por su Dios Wiracocha”. Cobo advierte que esta creencia fue solo de los partidarios de Huascar pues los demás indios llamaban barbudos a los conquistadores.
Era obligación de los fieles acudir con lo necesario para el sacrificio a la huaca, que estaba mas cerca en el seque que le correspondía.
Este relato del padre Cobo esta textualmente tomado de la relación de Polo de Ondegardo en 1561.
Según Borregan, el Inca, antes de ofrecer el sacrificio en el templo del Sol tomaba un baño en una pila de piedra que había sido llenada con agua de la laguna de Urcos, a cien leguas del Cusco. La piedra que se refiere es la encontrada en el templo del Sol y se le conoce como “Baño del Inca”.
Santa Cruz Pachacuti distingue en la inmolación de animales como llamas, que denomina Arpay, y el sacrificio de niños, que llama Aspacoy.
Cuando se sacrificaban criaturas humanas eran en grandes ocasiones y el sacrificio se denominaba Cápac Hucha Cocuy: Los muchachos inmolados debían ser sin mancha y se les adornaba con muchos ornamentos de oro y plata. El untar a las personas o las cosas con sangre de los sacrificios era el denominado Huarcapaña.
Dice el padre Ramos Gavilán que en negocios graves y de importancia usaron casi en todo el Perú, en especial en el Cusco y en Titicaca el sacrificio de niños cuya edad fluctuaba entre los seis a doce años. En particular realizaban en caso de enfermedad del Inca, o cuando iba a la guerra o para que consiguiese victoria cuando se coronaba.
En las fiestas principales del Sol y dela Lunael sacrificio era de doscientos niños en adoratorios separados.
El procedimiento era ahogarlos, después de haberles dado muy bien de beber y de comer y llenándoles la boca con coca molida, deteniéndoles la respiración; otras veces los degollaban y con su sangre se tenían el rostro. Eran enterrados con muchas ceremonias y con ellos los vasos que les habían dado de beber, y por esta causa en algunas sepulturas antiguas se suelen hallar algunos qeros de madera y de plata o aquillas.
Otro procedimiento empleado consistía en que los sacerdotes ponían a la victima sobre una loza grande con el rostro mirando al sol y estirándole el cuello ponían sobre el una teja o piedra liza algo ancha y con otra le daban encima rudos golpes que le quitaban rápidamente la vida, y así muertos los dejaban dentro de la misma huaca.
Cuenta Ramos Gavilán que un Español llamado Pedro Franco, buscando unas minas, en el distrito de Sicasica, Corregimiento de Caracollo, era por el año de 1598, llego a un lugar donde había algunas tumbas de los gentiles y entre ellas una que era mayor que las demás, y habiéndose acercado oyó no sin sorpresa que salía de ella un quejido lastimero, y acercándose mas comprobó que el gemido iba en aumento y que correspondía a un ser humano. Como la tumba estaba tapiada hizo uso de una barreta para abrirla y halló dentro con enorme sorpresa una hermosísima niña de edad de diez años que se encontraba casi moribunda, por que según lo declaro después de hacia tres o cuatro días que la habían enterrado los curacas de Sicasica, en sacrificio a los dioses. Concluye la historia asegurando que la muchacha así salvada vivió mucho tiempo y que la versión que se relata era muy conocida en la comarca.
El padre Acosta trata de los sacrificios de esta manera:
A la muerte de Huayna Cápac se dice que se sacrificaron voluntariamente, entre hombres y mujeres, mas de mil. Había sacrificios de niños y con su sangre hacian una raya de oreja en el rostro del difunto.
El sacrificio de doncellas (acllas) se producía cada vez que se presentaba un peligro para la salud del Inca o la muerte de este, o por causa de la guerra.
Era frecuente el sacrificio de cuyes y de pacos rasos y lanudos.
Se sacrificaban poniendo a la res, sobre el brazo derecho con los ojos hacia el sol. Cuando la llama era pintada, el sacrificio era para el trueno o chuki y era a fin de que no faltase lluvia; y cuando era blanco, raso o lanudo, era al sol, para que siempre alumbrara y protegiese lo creado. A Wiracocha se le sacrificaba huanacu.
Ciertos pájaros de la puna eran sacrificados para hacer disminuir la fuerza de las huacas de sus enemigos. Las aves eran quemadas en leña llaulli. Este género de sacrificios recibían el nombre de Cuscovisa, Contivisa, Huayavisa o Supavisa. Al hacer este sacrificio se ponían ciertas piedras redondas y esquinadas, en que se había pintado muchas figuras de culebras, felinos y sapos y los que las llevaban pronunciaban la palabra Usachun, que significaba “suceda bien nuestra victoria”; y repetían otras palabras que eran votos para que perdiesen fuerzas las huacas enemigas.
Cuando se sacrificaba una llama negra o Urdu, era para adivinar la suerte de la guerra. Se hacia tambien el sacrificio de perros o apurucu. Dicese que para la coronación del Inca el sacrificio consistía en la inmolación de doscientos niños de dos a cuatro años. El propio hijo era sacrificado en caso de peligro de muerte del padre.
El padre Gregorio García, asegura que el sacrificio de niños se realizaba en casos excepcionales, como los siguientes: para alcanzar la salud del Inca, cuando este enfermaba, cuando se coronaba, para lograr éxito en la guerra y, por ultimo cuando moría el Inca. El sacrificio se realizaba escogiendo niños de cuatro a diez años y enterrándolos por parejas de preferencia de lugares donde hubiese estado de asiento el Inca.
A los niños por que no sintiesen dolor en la muerte los privaban de juicio, adurmiendo sus sentidos con la chicha que les hacia beber, y cuando era llegada la hora del sacrificio, les escondían en la boca un gran puño de coca molida, con que los ahogaban, y con unas lancetas de un sutil pedernal les sacaban sangre, con que roseaban la peña del adoratorio y los sacerdotes se teñían el rostro.
Alcaya habla de un sacrificio doble, de un niño de dos años y de una llama: el cebo de esta se mezclaba con la sangre de aquel y se hacia asperjes al sol en dirección al naciente y al poniente. Menciona dos altares en la plaza, uno para el sacrificio de criaturas y otro para el de animales.
Cobo sostiene que los sacrificios humanos no eran tan comunes como los demás, por la autoridad e importancia que tenían. Hace referencia a que se producía el sacrificio del hijo para salvar la vida del padre. Observa que los sacrificios de los animales comprenden solamente a los comesticos.
Dice que con la sangre del sacrificio untaban el rostro de los ídolos y los cuerpos embalsamados de los reyes y jefes cuando a ellos le era ofrecido, haciéndoles una raya de una oreja a la otra por medio de la nariz.
La destrucción de las cosas a manera de sacrificio se hacia mediante el fuego, como cuando se quemaba la coca entera o mascada, la comida y los vestidos.
Cuando la comida del Sol era quemada, levantabase un funcionario avisaba al pueblo en alta voz a fin de que las gentes se quedaran sentados y en silencio, “sin hablar ni toser” hasta que concluya el fuego.
Creiase que el sacrificio de aves en tiempos de guerra tenía la virtud de debilitar al enemigo.
El fuego para los sacrificios era encendido en un brasero de plata puesto en el templo del sol Cusco.
Hablando Cobo sobre los sacrificios y ofrendas en general aseguran que eran hechos de cada hacienda de cada Dios y la de todos cuando eran dirigidos a Wiracocha. El Inca hacialo tambien de sus bienes. Se distingue entre poblaciones generales y particulares y se advierte que no a todos los Dioses y adoratorios no se ofrecía de una misma manera, ni unas mismas cosas, ni para los mismos efectos, sino que todo estaba bien especificado cuidando de que no interfieran los sacerdotes de un Dios o de una huaca en los de otros; por que estaba establecido que en cada pueblo y adoratorio y lugar sagrado hubiera ministros para cada sacrificio, así como un calendario en que se fijaba el tiempo que a cada uno correspondía.
Después de referirse Santillán a la manera y orden como se rendía culto al sol, a la luna, a la tierra, a las estrellas y a las huacas, distinguiendo que el del sol correspondía al de los hombres y el de la luna a las mujeres, dice como eran de dedicados los sacrificios y las ofrendas como al principal de todos los dioses, asignándoles chacras de maiz, de coca y de otros cultivos, mujeres de las mas principales, templos y gente de servicio. Las mujeres debían fabricar ropa de lana y algodón muy rica y bebida de maiz, aquella para quemarla y esta para derramarla el honor de sus Dioses, y muchos de los tributos eran llevados al Cusco, donde estaba el templo principal.
El sacrificio que hacia a la tierra no era frecuente sino solo en las ocasiones que se producían perjuicios generales atribuidos a su enojo y de modo particular por las mujeres cuando estaban próximas al parto. El modo comun de los sacrificios consistía en inmolar llamas y con su sangre rociar el templo o las huacas. En determinados casos las llamas eran enterradas vivas y mucho mas raramente lo hacian con doncellas de Pachacamac.
Describe el padre Murua un sacrificio humano en los siguientes términos:
Cuando el Inca entraba a hacer el sacrificio a donde esta el Sol o Ídolo y estando ahí presente el pontífice hechicero con gran reverencia y acatamiento quitaba el tocado, descalzo y muy humillado hablaba el Inca con el sol y le decía: Señor, acuérdate de mi, defiéndeme, sácame; y estando en esta oración hacia entrar un indio y una india y algunas veces dos, y estos habían de ser mozos y que no hubiesen llegado a mujeres, ni estos a varón y escogidos que no tuviesen faltas e hijos de principales; los cuales entraban enbijados y muy ricamente vestidos y ellos llevaban unos cantaros pequeños de oro y plata, con chicha y ciertos vasos de lo mismo, y por la ropa sembraran mucha estampería y pieza de oro y plata, y las mujeres llevaban unas ollas de oro y plata, con comida guisada en ellas, con platos y manteles de oro, y cucharas de lo mismo, y maiz de muchos colores y de todo genero de comidas y vasijas de palo y de barro muy apreciadas; todo lo cual le ofrecían de nuevo, rogándole lo aceptase y recibiese para su servicio en el cielo o en la tierra, o donde quiera que estuviese; y luego los hechiceros tomaban los indios e indias con todo lo que llevaban y los metían ahí dentro: y que estos iban cabizbajos y sin alzar la cabeza aparte ninguna y allí dentro les daban de beber y estando borrachos les tapaban la boca y los ahogaban, y muertos los enterraban, delante y junto al sol, los hombres a la mano derecha y las mujeres a la izquierda y juntamente con lo que así llevaban de oro y plata como dicho es.
Cada cuatro años, y algunas veces cada siete, se hacia el gran sacrificio llamado Capaccocha, el cual general en todo reino y en el Cusco era hecho en el templo del sol; de ahí eran repartidas las ofrendas consistentes en pequeñas esculturas de oro y plata, en ropa a la medida de los ídolos, en emplumería, pequeños costales de coca, molido de conchas marinas, todo lo cual se unía a la leña y paja; así como a la chicha que fabricaban con maiz negro, blanco y amarillo y la tenia en unos grandes cantaros de oro y plata, la cual era probada por el Inca antes de ser ofrecida.
Todos los sacrificios y ofrendas eran hechos invocando a las huacas para que el Inca fuese siempre mozo y valiente y la coya joven y hermosa, para que los gobernasen bien y tuviesen siempre quietud y paz.
La chica era ofrecida a la pachamama derramándola en el suelo y en tiempo de sembrarla, la ofrenda consistía en cebo quemado, coca, cuyes y llamas que sacrificaban. Ofrecían tambien plumas blancas, chaquira y mullu. En las apachetas obsequiaban sandalias viejas, plumas, coca y maiz mascado, piedras y otras cosas.
Las Coyas, al hacer el sacrificio de las llamas, tomaban la res encima del brazo derecho, y volviendo los ojos hacia el sol, pronunciaban algunas palabras si el animal era blanco raso; y si era pintado se dirigía al Chunqui, Illa o trueno para que no faltase el agua; y si era guanaco invocaban al Ticci o Wiracocha. A la llama se le vestía con una túnica colorada, cuando era quemada echaban sobre ella unos pequeños cestos de coca llamados Vilca Ronco.
Advierte Murua que solo excepcionalmente para negocio de mucha importancia se hacia sacrificios de niños de 10 años y que siempre los ahogaban, evitando la efusión de sangre.
Cuenta que la ropa destinada a las ofrendas se quemaba en determinados ritos.
Un sacrificio especial era el denominado Cuscovisa o Huayavisa o Supavisa, que consistía en reunir muchas y diversas aves de puna y echarlas a una gran hoguera, alimentada por la leña de yaulli (al juntar las aves llamaban quico). Alrededor de la fogata andaban los sacerdotes llevando unas piedras redondas en que se había pintado culebras, pumas, sapos y tigres y diciendo: Uchacu, que significa: “alcancemos victoria y piérdanse las fuerzas de las huacas contrarias”. Al mismo tiempo extraían de un deposito unas llamas negras o urdu que había tenido algunos días sin comer; y matándolas decian que así como los corazones de aquellos animales estaban desmayados, así desmayasen sus enemigos. extraían el corazón de las bestias inmoladas y lo examinaban y si veían que no se había concebido con el ayuno una cierta porción de carne de dicha entraña, no tenia por mal agüero, y entonces traían unos perros negros, llamados apurucus, y les daban muerte, dando a comer su carne a los indios Uru.
Este sacrificio que se hacia para obtener el triunfo de la guerra, tambien se celebraba para librar al Inca de cualquier atentado de envenenamiento.
Se hacia sacrificios, por sacerdotes especialmente señalados, a las fuentes, manantiales y arroyos que pasaban por los pueblos o cerca de los campos de cultivo y hechos cuando se acababan de sembrar para que no dejasen de correr las aguas y regar sus chacras. No se hacian dichos sacrificios y las fuentes y manantiales de los despoblados.
Para agradar al trueno encargado de hacer llover y granizar se ensayaba el sacrificio que le fuera más adepto, ofreciéndoles primero alguna señal que interpretaba el sacerdote como favorable.
Los sacrificadores (magos o sacerdotes) eran marcados si en el instante de su nacimiento tronaban o si sus madres confesaban haber sido fecundadas por el rayo o si nacían dos o tres del mismo vientre y al mismo tiempo: a todos estos se les llamaba Huacas y se les estimaban como predestinados a ministros de la religión o de la magia.
No había operación o empresa que para comenzarse no requierese de ofrendas o sacrificios.
Apunta Murua el siguiente detalle del sacrificio: El sacerdote supremo sube al altar y el Inca le pone la victima en las manos, y el con sus ayudantes, guardando el orden acostumbraban extraer el corazón y ofrecer al ídolo o huaca y con tres dedos tomaban de aquella sangre y roceabalos y los arrojaba en dirección al sol, y pasaban de un ídolo o huaca al otro y de un altar a otro, untándolo todo con aquella sangre.
Acerca de uno de los sacrificios principales, dice Murua que salían los sacerdotes del templo del Sol, acompañados de una multitud; todos habían ayudado y se mostraba muy contritos, caminando sin mirar en todo el camino y sin volver la cara hacia atrás, sino siempre cabizbajos, con mucho silencio. El cortejo solo se componía de varones que iban rezando en alta vos de ves en ves y continuaban su recorrido cuesta arriba o cuesta abajo o por lugares llanos sin detenerse sino para sacrificar las llamas que conducían, cuya sangre era derramada por cerros y peñas, sea que nevase o que lloviese; y cuando los montes eran elevados y dificultosos echaban la sangre en unos pequeños vasos de barro, bien tapados, que arrojaban con sus hondas a lo alto, para que se quebrase en el aire y se derramara su contenido. La sangre de los animales inmolados no la comían, sino que la quemaban y durante el camino no copian ni cazaban ser viviente, pues debían ayunar. Esta procesión y sacrificio eran vigilados por un miembro del consejo del Inca. Llegada la comitiva a los Yungas y cumplidos todos los sacrificios realizados a las huacas del camino, lo que restaba lo introducían en unas bolsas que sumergían en el mar con grandes ceremonias. Otra comitiva que había la dirección contraria, al llegar a los postreros de los Andes, comienzo de la selva, reunía todos los sobrantes y los quemaban en una barbacoa de madera de palma. En uno y otro caso el jefe Inca hablaba a la multitud, haciéndole ver la fuerza y potencia del Señor del Cusco.
Las herramientas para practicar los sacrificios eran todas de oro, en especial los braceros, ollas e incensarios. Manténganse la lumbre constantemente encendida y era muy mala señal si se apaga, castigándose cruelmente a los que tenían el cargo de mantenerla. Cada día se gastaba en el fuego dos mil arrobas de leña. Los cuchillos empleados en el sacrificio eran de pedernal; con ellos se abría las ternillas del pecho y copian la sangre en una chapa que es lebrillo o batea hecha siempre de oro o de plata o en calabazas.
Murua anota que cuando ofrecían las conchas o Mayu como presentes a los manantiales decian hacerlo por que las conchas eran hijas del mar y la mar era la madre de todas las aguas. A veces el Mullu molido lo echan en la chica que beben. Cuando se hace chaquira de las conchas, es para todo género de ritos y ofrendas.
Las plumas eran tambien ofrendas preciadas, sobre todo las de los colores rojo y amarillo, que eran conocidas con el nombre Paucar Pillco y que procedían de Antisuyo.
Figuritas y Vasos de diversos tamaños eran fabricados en oro y plata para ofrecerlos en las ceremonias del culto, así como eran tambien ofrenda los cestillos de coca, la harina de maiz, comidas diferentes, cebo de llama, cabellos humanos y la sangre propia del oferente o de animales sacrificados. En fin, cuando era sembrado o criado por el hombre desde el hijo que engendraba hasta las frutos cosechados.
Había magos especialmente para realizar los ritos relacionados con las fuentes, manantiales o ríos que pasaban por los pueblos y cementeras, en las oportunidades de sembrío y de riego, a fin de obtener la apropiación de sus dioses para que no les faltase agua. No se realizaban sacrificios a las fuentes y manantiales de los despoblados.
El punto de confluencia de dos ríos era objeto de particular veneración y allí se hacia las abluciones, en especial en casos de enfermedad, untándose el cuerpo con harina de maiz. Eran frecuentes los sacrificios al trueno, por considerar que este Dios disponía de la lluvia y del granizo; y para saber a que clase de sacrificio el era adepto, echaban suertes, valiéndose de conchas, hasta obtener, según su interpretación, la respuesta conveniente. Haciase entonces el sacrificio en lo mas alto de la puna.
Cuando siembran o cortan las plantas que van a cosechar, hacen diversos sacrificios en honor del Ticci Wiracocha. Los hacen tambien cuando hay exceso de lluvias, falta de ellas o peligro de hielos.
Se hacia el sacrificio subiendo el sacerdote a una plataforma, altar y poniendo encima al animas, cuyo cuerpo era abierto por el y sus ayudantes; sacaba el corazón y lo ofrecía al ídolo y, con tres dedos, tomaba de aquella sangre roseaba la imagen del Dios y la dirigía en asperjes contra el sol, y de este altar y su ídolo pasaba a otro y otro, untándolos con aquella sangre.
Arriaga afirma que era la chicha la principal y mejor ofrenda y que para este objeto era especialmente preparado. Que en la costa, desde Chancay hacia el sur, preparaban una denominada vale, a base de sora mezclada con maiz mascado y con polvos de espingo, áspera y muy fuerte, que echaban sobre la huaca y la que bebían los magos, “y les vuelve como locos”. En la sierra se sembraba y cosechaba en primer termino el maiz que era destinado a los ritos, el cual, en sus primeros choclos recogidos por los Parianas, se convertía en una bebida muy fuerte y espesa como mazamorra, que llamaban Tecti y se preparaba con el maiz mascado por mujeres doncellas o casadas, estas ultimas después de un riguroso ayuno; otra ofrenda preciosa es la de llamas que son sacrificadas ante las huacas. Sacan al animal muy adornado de flores, le hacen dar cinco o seis vuletas a la redonda, la atan a una piedra grande, la abren por el lado del corazón y se lo extraen, y lo comen crudo a bocados; la sangre asperjan la huaca, distribuyen la carne entre los sacerdotes y aun en el pueblo.
Otro sacrificio es de los cuyes que utilizaban tambien para la adivinación y la medicina. Tienen su conopa propia que protege su multiplicación. Los abren por el medio con la unoa del dedo pulgar, en otros casos lo ahogan en un mate de agua.
Hacen ofrendas de plata, incluso en tiempo post colombianos, pues en una huaca de Libia Cancharco, se encontró quince patacones en el pueblo de Recuay doscientos en otra huaca, monedas que son machacadas y batidas hasta que se borran las armas reales.
La coca es otra de las ofrendas ordinarias y algunas huacas tienen sus propias cementeras de tal hierba, como se pudo comprobar a dos leguas del pueblo de Cajamarquilla, cerca del río Huamanmayo, donde se contó hasta catorce chacarillas de coca pertenecientes a huacas de pueblos de la sierra.
El cebo de las llamas o Uira es quemado dentro de las huacas y conopas, algunas veces dándole la forma y figura de la persona a quien quieren hechizar, como ocurrió con el propio visitador Hernando de Avendaño de quien plasmaron una imagen diminuta, quemándola en la creencia de quemarle el alma. Cuando se trata de un Español el hechizo se hace con manteca de puerco que mezclan con trigo; y si se dirige el acto mágico contra de un niño es cebo de llama mezclado con harina de maiz. Este cereal es tambien ofrenda, unas veces entero, otras molido, y frecuentemente quemado con la coca y el cebo.
El Espingo es una pequeña almendra redonda de muy fuerte olor, que traen desde chachapoyas y que fue tributo de los indios de Jaen de Bracamoros; se la emplea como medicina y tambien como ofrenda a las huacas y conopas, particularmente a las de la costa, el aut es otra frutilla seca original y mágica traída tambien de la región de Chachapoyas.
Unas plumas coloradas y de otros colores de los guacamayos y las de otros pájaros llamados astos eran objeto de ofrendas y se las denominaba Astotuctu. Igual destino tenían las plumas blancas de Huachua, ave lacustre de las punas; empleaban tambien unas plumas rozadas de la pariuna (pariguana).
Las conchas del mar eran muy preciadas y de ellas se hacian el mullu y las cuentecillas.
El bermellón o paria extraído de las minas de Huancavelica, es de color rojo; los uinsos, polvos de color azul muy fino; los verdes llamados llaqsa y los Carhuamuqui de color amarillo, todos eran objetos de ofrenda que se presentaban a las huacas, actitud ritual que en la provincia de Yauyos se denomina Huatcuna.
Por ultimo, del maiz molido hacian unos bollos que denominaban parpa o sancu.
Cuando se va a celebrar la fiesta, lo primero que disponen es la fabricación de chicha y, mientras esta se prepara, el sacerdote o mago va recogiendo las ofrendas de mullu, paria, yacsa, cuyes y lo demas. Una vez todo reunido se dirige con sus ayudantes a la huaca principal, se sienta en el suelo y teniendo hacia ella la mano izquierda marcha en esa dirección moviendo los labios, como quien chupa, que es el mochar, le dice: “aquí vengo, y te traigo estas cosas, que te ofrecen tus hijos y tus criaturas, recíbelas, y no estés enojado, y dales vida, y salud y buenas chacras”. Con la chicha asperja la huaca y parte de ella la derrama y con la sangre de los cuyes o llamas la unta y las demas cosas las quema y las sopla. Cosa semejante hace ante las demas huacas y ante las momias o mallquis. Durante toda la noche que amanecen en vela, cantando, bailando, contando cuentos y castigando a los muchachos si se duermen. Este es el Pacaricuc y con el comienza el ayuno, que dura de ordinario cinco días, en otras partes mas.
Anota Arriaga que cuando iba en el pueblo de Huaco por guano a las islas de Huaura realizaban una ofrenda derramando chicha en la playa para que no peligraran sus balsas, haciendo antes dos días de ayuno, y cuando llegaban a dichas islas rendían culto a la huaca Huamancantac que era el señor del Guano, y al regreso en el puerto ayunaban otros dos días y luego cantaban, bailaban y bebían.
Apunta el citado padre Arriaga que, “fuera de las ocasiones de la fiesta, enfermedades, cementeras o algunos trabajos que les sobrevienen, no se acuerdan mucho de sus huacas; ni aun de las Conopas o Dioses Penantes que tienen en casa, tampoco las mochan si no es en los tiempos dichos”.
En ocasión de partos, se llama al mago para que haga sacrificios a la conopa que tiene como propia la mujer y para que se la ponga encima de los pechos, para que tenga buena suerte. En algunos lugares invocan a la luna.
A los mellizos llamados Chuchos o Cury en el Cusco los denominan Taki Huahuas y los consideran hijos del rayo, estimándolos abominables, por lo cual hacen gran penitencia tanto el padre como la madre.
Cuenta el padre Arriaga que en la doctrina de Mangas del corregimiento de cajatambo una mujer que había tenido parto doble, permaneció diez días de rodillas y con las manos tambien en el suelo. Iguales prácticas se realizan cuando el nacimiento de la criatura es de pie a la que llaman Chacpa.
En la ciudad del Cusco y alrededores había registrado Polo de Ondegardo como cuatrocientos adoratorios en los cuales se hacia sacrificios y se gastaba mucha cantidad de alimentos y otras materias útiles, los cuales eran destruidos por el fuego. La provisión de estos sacrificios era por mucha gente que los entregaba en forma variable y según el fin personal que se perseguía, por que unos iban a ofrecer para hacer buen viaje, otros por enfermedad de sus mujeres o hijos, o suya, otros para obtener hijos y otros para que no helase. Al hacer un examen de la procedencia de los bienes consumidos en los sacrificios ordinarios en las grandes ceremonias, se podía distinguir entre los que salían de la hacienda privada, por decirlo así, y los que se obtenía de la del sol y del Inca aparte de los que eran aplicados en forma especial para determinados cultos. Tal cosa resultaba bastante más a la vista en el caso de ganado, por que se sabía si era obtenido de los rebaños del sol, del Inca o de algunas huacas.
Habían sacrificios especiales para evitar que el inca fuese victima de algún envenenamiento; era precedido por ayuno general. El mullu molido se bebía disuelto en la chicha; del mullu labrado se hacia chaquira, que era ofrenda.
Llamaban a las conchas hijas del mar.
Eran muy apreciadas como ofrendas las plumas o paucar, especialmente las de aves pirco (pillco) y pariguana.
El tabaco era quemado como ofrenda, así como en actos mágicos, y se llamaba Sayri.
El Espinogo oloroso así como el Cihuayro o Sama se usaban para fines mágicos religiosos.
Cuando había inminencia de que la enfermedad del padre acábese con la muerte, el hijo era sacrificado.
El sacrificio del Sol era de llamas de color blanco raso. El dedicado al rayo era de llamas pintadas y el guanaco se inmolaba en honor de Wiracocha. La llama destinada al Sol era vestida con túnica roja y al mismo tiempo se quemaba cestillos de coca o pillca ronco.
En todos los sacrificios del Inca quemaban mucha ropa que se hacia por la comunidad.
Observa Polo de Ondegardo que los sacrificios se realizaban en los pueblos que tenían tierras fértiles de abundante ganado y comida; pero que eran nulos o muy pobres los que se hacian entre gentes menos favorecidas como los Chuluhuanas, los Diaritas, los Xuries, Chaneses, los Tucumaneces y otros que se conforman con “solas palabras y meneos del cuerpo”, sin mayores complicaciones ceremoniales, por que con mucho trabajo tienen que conseguir lo poco que comen y beben.
Anota Cristóbal de Molina (en el Cusco) que era Capaccocha o sacrificio de niños fue introducido por Pachacuti; estos eran llevados de los cuatro suyos al Cusco junto con la ropa y ganado, llamitos de oro, plata y concha, entraban a la plaza de Haukaypata daban dos vueltas alrededor de los grandes ídolos y cada grupo correspondiente a cada suyo recibía la cuarta parte del total de ofrendas allí reunidas para llevarla al principal santuario de su provincia y una vez en el ahogaban a los niño y los enterraban con las ofrendas. Los que se sacrificaban en el Cusco eran llevados a Sakalpiña, a una legua de la ciudad.
Este sacrificio era universal e indefectible a comienzo de cada Inca. La sangre del sacrificio se usaba para pintar una raya en el rostro de la huaca, que iba de oreja a oreja, y esto llamaban el Pirac. El entierro departe de las ofrendas se hacia en Chuquicancha, que es un cerrito a media legua del Cusco a la altura del pueblo de San Sebastián.