Fiesta de la Epifanía

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«¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venidos a adorarlo»

La Fiesta de hoy tiene como núcleo el hecho de que la Salvación de Dios es para todos los pueblos, para toda la humanidad. Es la Navidad con el acento de la universalidad. El niño Dios nacido en Belén no sólo es el Salvador del pueblo de Israel sino el Salvador de todos los pueblos y de todas las naciones.

Las lecturas de la Fiesta de la Epifanía o de la manifestación del Señor nos muestran este aspecto fundamental del misterio de la Encarnación de Jesucristo, que ha sido el acontecimiento que hemos venido celebrando a lo largo del Año Santo Jubilar.

El plan salvador de Dios no afecta únicamente a un grupo restringido de personas, como hubiera podido ser el pueblo de Israel, una raza concreta o un grupo social determinado. Hoy se nos proclama con toda claridad que la Salvación de Dios en Jesucristo es universal y que nadie queda excluido de ello. Este ha sido el mensaje de la Carta de San Pablo a los Efesios (Segunda Lectura).

Los Magos del Evangelio venidos del Oriente nos representan a nosotros y representan a toda la humanidad. En el pequeño Jesús, Dios se manifiesta a la humanidad que Él desea salvar, a todos sin distinción de ninguna clase.

El gran dinamismo del Santo Padre, Juan Pablo II, y las peregrinaciones jubilares a Roma, Iglesia fundada por los Apóstoles Pedro y Pablo, han sido una muestra patente de la universalidad de la Iglesia y del misterio de Cristo Salvador y Redentor de todos los hombres. Podemos hablar de una nueva Epifanía o aparición del Señor Jesús al mundo.

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