EL TERREMOTO DEL CUSCO DEL 31 DE MARZO DE 1650:
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— Jueves 31 de Marzo, después de la dominica cuarta de cuaresma, el día claro con algunas nubes blancas y trasparentes, acaeció en esta gran ciudad del Cuzco y sus provincias un terremoto, el más formidable de cuantos se habían experimentado en estas partes.
A cerca de la hora varía la relación en el cuadro que, para memoria de este lamentable caso, mandó pintar D. Alonso Cortes Monroy, y que está en la entrada de la iglesia Catedral, a mano derecha; se lee haber sido a la una y media de la tarde. En el libro tercero del Cabildo eclesiástico se dice que fue como a las dos.
Fray Diego de Córdova dice haberse continuado por el tiempo casi de un cuarto de hora, y añade lo siguiente:
— fue tan horrible que, en breve tiempo, echó por tierra los mejores edificios de aquella nobilísima ciudad, sus casas, los conventos y las iglesias suntuosamente fabricadas. No se puede explicar humanamente la turbación de este conflicto, porque fueron muchas las pérdidas que ocurrieron para hacerle de todas maneras espantable; pues se vieron los hombres tan repentinamente desalojados de sus haciendas y asaltados de la muerte, que apenas tenían lugar de llamar la madre al hijo, la mujer al marido, y el amigo a su compañero. Uno salía cubierto de tierra; otro estropeado; aquel desenterrado; todos atónitos y despavoridos. Si atendían a sus casas las veían caídas…
En el libro veinte del Cabildo de esta ciudad, se lee que desde el 31 de Marzo hasta el 20 de Mayo se contaron doscientos veintiséis temblores. Se afirma que en diez meses que duraron, hasta fines de Enero de 1661, se numeraron con prolijidad ochocientos veinte y tres temblores, entre días y noches.
Arruinándose casi todas las casas de la ciudad, y las más de ellas poco menos que hasta los cimientos. Y las que no cayeron quedaron abiertas y rajadas, que en ninguna se podía habitar con seguridad. Murieron más de treinta personas que cogieron debajo las paredes, aunque en el referido cuadro se lee haber muerto dos ó tres solamente. El mismo maestro Gil González Dávila dice lo siguiente:
A 31 de Marzo, a las dos de la tarde, hubo gran temblor en esta ciudad, y sus efectos fueron ruina de edificios, riquezas y muerte de vecino. Los que quedaron con vida llorando la suerte de la patria decían:
¿Cusco, quien te vio ayer
Y te ve ahora,
Como no llora?
FUÉ EN ESTA VEZ DONDE SE MANIFESTÓ LA EFICAZ INTERCESIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA, COMO LO DIO A ENTENDER CUATRO AÑOS ANTES, Á 25 DE DICIEMBRE DE 1645, CUANDO DIJO Á ALONSO CORTÉS DE MONROY QUE TRAJESE LA SANTÍSIMA IMAGEN DE LOS REMEDIOS A ESTA CIUDAD, A FIN DE PRESERVARLA DE SU TOTAL ESTRAGO (*las mayúsculas son nuestras).
La iglesia Catedral antigua quedó abierta, de manera que los prebendados, no teniéndose por seguros en ella, para celebrar los oficios erigieron en la plaza un sitio, donde en un toldo grande y capaz colocaron la custodia del Santísimo, y celebraron los oficios de la Semana Santa; y se dijeron las misas en cinco altares por muchos días. Lo mismo hicieron los religiosos, a que siguieron los ciudadanos viviendo en las plazas y huertas, en chozas de lienzo y toldos…La iglesia Catedral nueva recibió algún daño; mas no considerable.
El convento de santo Domingo cayó todo él. Sin quedar iglesia, celda, claustro, ni ninguna otra oficina en que pudiesen recogerse los religiosos. Acomodándosele en unos corrales y huerta, a la sombra de unos pabellones, sacando la imagen de Nuestra Señora del Rosario y otras bajo un toldo.
El de san Francisco padeció grande ruina porque, cayéndose la iglesia, coro y campanario recién fabricados de cantería, con cinco campanas mayores que la de otros conventos, un ángulo del primer claustro quedó todo tan lastimado que no se podía vivir en él, sino asegurándole con bastantes vigas y estribos de madera…
El convento del glorioso san Agustín padeció la misma calamidad, cayéndose la mitad de su iglesia y dos ángulos del claustro, quedando los otros dos firmes, y las celdas tan lastimadas que, no atreviéndose a vivir en ellas…
Cayó toda la iglesia de la Compañía de Jesús. Su colegio recibió tal daño que cayéndose todo un lienzo alto y bajo del primer patio, y lo que del segundo quedó en pié se rajaron y hundieron, de manera que quedaron sin vivienda segura; y los religiosos salieron a la plaza de la Catedral a toldos poco capaces, y en otro trasladaron el Santísimo Sacramento en su sagrario.
El celebrado convento de Nuestra Señora de las Mercedes, tan bien adornado como servido por el gran cuidado de sus prelados y caritativos religiosos, tanto que por la firmeza de su edificio parecía eterno o por muchos siglos durables, se arruinó todo, quedando solamente en el segundo claustro tres o cuatro celdas habitables con poca seguridad… Vivían los religiosos en las huertas, teniendo en un gran toldo, en la plaza que llaman del Regocijo, frontera a su iglesia, la custodia con el Santísimo Sacramento, a donde asistían a celebrar los oficios.
En el monasterio de santa Clara se cayó un ángulo del primer claustro,… A las monjas de santa Catalina se les arruinó y cayó todo el convento, y a una monja enferma la oprimió una pared.
Del Hospital de los Naturales (actual San Pedro), contiguo al monasterio de santa Clara, se vino al suelo la capilla mayor, toda la iglesia y el coro; hízose pedazos un órgano nuevo, que seis meses antes se había acabado, su valor de tres mil y más pesos. Las cuatro salas de las enfermerías, dos de hombres y dos de mujeres, se sintieron de suerte que fue forzoso sacar a los enfermos a los patios del mismo hospital, donde estuvieron experimentando la inclemencia del tiempo cuatro días,… Corrió la misma suerte en las ruinas el hospital nuevo para mujeres españolas, con nombre de Caridad de San Andrés…
Fue la ruina común en el seminario Antoniano y en el Colegio Real de San Bernardo, por haberse caído la mayor parte de sus aposentos.
Igual calamidad sintieron las parroquias de la gloriosa santa Ana y la de san Cristóbal, aunque menor la de san Blas, que está al oriente; siendo total el estrago en las de Belém y Santiago, por haber sido el terremoto en las partes del poniente y medio día. En las de san Sebastián y otras de afuera se arruinaron sus templos y casas; quedó sólo ileso el convento de san Juan de Dios y el hospital, sin recibir daño en su iglesia ni en algunas de sus oficinas, a pesar de haber caído muchas casas en su alrededor…
Desde este año quedó establecida la procesión que cada año se hace a 31 de Marzo en la iglesia Catedral, con asistencia de ambos Cabildos, clero, religiosos y gran número de penitentes, en que sale la hermosísima imagen del Crucifijo intitulado el Señor de los Temblores, que está colocada en la iglesia con gran culto y frecuencia del pueblo, por ser su único refugio y asilo, no sólo en los temblores, sino también en las pestes, secas, y otras tribulaciones.
Es tradición constante la de haber enviado al Cuzco esta sacratísima efigie el católico é invicto Emperador Carlos V. (ANALES DEL CUSCO AÑO 1650).