Los Caballitos de Totora
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En la amable calda de Huancayo, a unos 7 kilómetros de Trujillo, se alinean como hace siglos sobre la playa de arena, perpendiculares, con sus puntas abusadas y curvadas levantadas hacia el cielo, los “Caballitos de Totora”, esas frágiles embarcaciones preincas de totora prensada, en las que los bronceadores pescadores huanchaqueros cabalgan sobre el mar, tal como aparecen en los huacos milenarios de la cerámica escultórica mochica.
Estas originales embarcaciones miden de tres a cuatro metros de largo. Su cuerpo agusado como un uso, formado por los haces de totora prensada fuertemente amarrada con cordeles, se levanta graciosamente en la proa como un esquife vikingo. En la popa, achatada, hay una concavidad destinada a colocar las redes y los cebos y el producto de la pesca.
Estas gráciles embarcaciones son insumergibles. El pescador, montando en la parte central, corta las olas, desapareciendo algunas veces entre la espuma, para volver a reaparecer como un extraño pez que surge placentero del mar.