La Historia del Dotero y el Dia de la Madre
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Ibamos mis amigos y yo en un taxi hacia un Internet dispuestos a pasar varias horas de entretenimiento en las cabinas jugando Dota, todo estaba listo, el presupuesto justo incluso para colmar uno que otro antojo llámese Cuates, Galletas o chaufa en taper mientras jugábamos, luego de varios minutos de recorrido el taxi se detiene en un semáforo de Confra, no faltaba mucho, las largas horas de diversión estaban cerca, ya podía sentir el crujir de los cuates en mi boca siendo remojados por aquel líquido de los dioses llamada KR de piña mientras jugaba, pero derrepente un niño, pobre y desaliñado, se acerca al carro, empieza a limpiar las lunas de este, «Sal de ahí mocoso no me vayas a rayar la luna», exclamó el iracundo taxista, el niño bajó la mirada y se alejó, se alejó tal cual se aleja su primera comida del día, y con lágrimas en los ojos dijo: Mi madre no puede caminar, sufrió un accidente vendiendo chicha en la Av. La Cultura.
«¿Madre? Es cierto, mañana es el día de las madres», pensé. Tal vez ese niño a pesar de su pobreza quiere regalarle un presente, rápidamente y antes de que el semáforo cambie a verde le pregunté a aquel niño: «¿Le piensas comprar un regalo a tu madre?», el niño giró la cabeza y me dijo: «Quiero regalarle una silla de ruedas».
Quedé helado, el corazón se me estremeció, mi madre ahora mismo piensa que yo estoy yendo a estudiar, y yo aquí traicionando su confianza, mientras ese niño se desvive para comprarle una silla de ruedas a su madre, el taxi avanzó, llegamos al internet, antes de entrar les dije a mis amigos: «Ya vuelvo, necesito hacer una llamada en privado», llamé a mi madre con un poco de vergüenza y le dije: «Madre, mejor voy a estudiar en casa, me arrepentí, el dinero que me diste te lo devolveré», corté rápido para que no se de cuenta de mi dolor, y como era de esperarse no volví a aquel centro comercial.
Al llegar a casa mi madre me da un abrazo, un abrazo que hace mucho no recibía, ella me dijo: «Hijo, te conozco como la palma de mi mano, cuando me llamaste sentí dolor en tu hablar», sin dar ningún rodeo, empecé a llorar, «Mañana es tu día madre, mañana es tu día», exclamé con la voz quebrada mientras abrazaba el cansado y frágil cuerpo de la mujer que me dio la vida.