Deslegitimacion de las Elecciones presidenciales 2016

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“¡LA VERDADERA DESLEGITIMACIÓN DEL ACTUAL PROCESO ELECTORAL Y SU MAYOR VERGÜENZA ES LA PARTICIPACIÓN DE KEIKO FUJIMORI Y DEL FUJIMORISMO!”

El muy notable cusqueño de respetable cuño y gran profesionalismo, ANTONIO MALDONADO PAREDES, ex Procurador Ad Hoc Anticorrupción Casos Fujimori y Montesinos (Dic. 2004-agosto 2006), que tuvo el placer y honor de materializar junto a su equipo, la extradición del sentenciado Fujimori, en un reciente artículo nos dice además que:

“El fujimorismo ya estuvo diez años en el poder y volver a conquistarlo es un exceso que no puede permitirse la democracia peruana”.

Asimismo que esta organización delictiva “no debe participar en la fiesta democrática, porque no cree en la democracia ni sus valores y porque pretende servirse de ella para volver al poder y repetir sus latrocinios y abusos”.

A CONTINUACIÓN LA TRANSCRIPCIÓN DEL CITADO ARTÍCULO:

EL VERDADERO DEBATE ELECTORAL EN EL PERÚ

Por Antonio Maldonado Paredes[1]

Es el que no se está dando. Más allá de Guzmán y de Acuña y las decisiones del JNE sobre éstos, la crucial pregunta a hacerse es: ¿por qué la democracia peruana, los órganos rectores de supervisión electoral del Perú, han permitido y permiten a un partido no democrático, enemigo de la democracia, como es Fuerza Popular, (Keiko Fujimori), participe en la vida política del país? ¿Es posible que este partido, sin haber expresado público y sincero arrepentimiento por los crímenes del pasado, pedido público perdón a las víctimas y haberse sometido completamente a la justicia sea una opción para el Perú?

Keiko sigue diciendo que en el gobierno de su padre hubo errores más no delitos; sigue sin reconocer su responsabilidad en el bien elaborado esquema criminal que le permitió a ella y a sus hermanos estudiar en las mejores universidades de los EEUU con el dinero de todos los peruanos. Sigue sin reconocer su directa responsabilidad en los actos de legitimación de una tiranía cuya propia existencia política debía acabar rápidamente y cuya vida ella ayudó a prolongar. Su padre y los principales jerarcas del fujimorismo, tampoco han cumplido con pagar al Estado, es decir, a todos los peruanos las millonarias reparaciones civiles impuestas por las diferentes condenas de las que han sido objeto.

Con el mismo estándar con el que MOVADEF fue excluido de la participación electoral por no ser un partido democrático, el fujimorismo debió haber sido sancionado con su exclusión de la vida política del país. Si alguna persona, en olor de ingenuidad, no estuviera segura de lo que fue el fujimorismo en el poder, bastaría que conozca las sentencias condenatorias por violaciones de los derechos humanos y por corrupción, que demuestran la gravedad del latrocinio de los recursos públicos, del abuso del poder y la vulneración de los bienes más importantes en una sociedad, como son la vida y la libertad, ocurridos durante el régimen autocrático de Fujimori.

Los actuales métodos electorales y la utilización de la democracia para sus ilegítimos fines, son otra evidencia de la actitud antidemocratica del fujimorismo. Por ejemplo, buscan la impunidad de sus principales líderes mediante la inmunidad congresal y los métodos lumpenescos que está usando en la presente campaña electoral. El fujimorismo ya estuvo diez años en el poder y volver a conquistarlo es un exceso que no puede permitirse la democracia peruana.

Las personas que hoy se rasgan las vestiduras por la decisión del JNE de excluir a Guzman y Acuña como candidatos, no han dicho una sola palabra acerca de la tolerancia –con apariencia democrática- con la que se permite que el fujimorismo siga participando en la vida política de este país.

El fujimorismo no debe participar en la fiesta democrática, porque no cree en la democracia ni sus valores y porque pretende servirse de ella para volver al poder y repetir sus latrocinios y abusos. El fujimorismo no se ha arrepentido y –como he referido- algunos de sus actuales máximos líderes pretenden la impunidad de sus graves delitos, como es el caso de la número uno de su lista al Congreso, la actual Congresista Cecilia Chacón.

Hay quienes ponen el énfasis de esta crisis electoral en la reciente actuación del JNE. Dicen que la misma deslegitima el proceso electoral, poniendo al futuro gobierno elegido en estas elecciones ante el riesgo del descrédito. Aún si el JNE hubiese resuelto las tachas a Guzmán y Acuña de manera diferente, y en el eventual escenario, que esperamos impedir, que saliese electa Keiko Fujimori, ¿acaso ello daría al actual proceso electoral suficiente legitimidad?

Las dudas y cuestionamientos a su legitimidad continuarán existiendo simplemente porque los actores democráticos que recuperaron el régimen democrático no han sido lo suficientemente coherentes en la defensa de los valores democráticos. Tampoco han sido lo bastante rigurosos para romper con el pasado de una forma categórica que impida que, ese pasado tenebroso, retorne para amenazar y poner en riesgo lo avanzado en el país desde fines del año 2000.

Por ello, no se trata de quedarnos en la discusión sobre si se justifica o no la medida impuesta por el JNE al candidato (Guzmán). Se trata de no hacerse de la vista gorda frente al fujimorismo (Keiko) que pretende imponernos la arbitrariedad e injusticia de su participación electoral, sin habérsela ganado ni merecerla conforme a los valores que gobiernan una elección democrática.

El fujimorismo podría algún dia participar de la vida política del país, pero primero deberá someterse a un test de democracia, y hacer un público y sincero arrepentimiento de sus actos del pasado, garantizar que éstos no se repetirán y reconocer humildemente sus delitos y agravios contra la nación peruana. Para demostrar su sinceridad, Keiko debería realizar confesión sincera de su aprovechamiento de los fondos públicos para sus estudios de postgrado y de sus hermanos en el extranjero, pagar su responsabilidad judicialmente y dejar de clamar que su padre es víctima inocente de persecución política. Hecho ello, podremos pensar en la posibilidad de acoger su arrepentimiento y perdón y que se reinserte en la vida política del país.

¡La verdadera deslegitimación del actual proceso electoral y su mayor vergüenza es la participación de Keiko Fujimori y del fujimorismo!

Ciudad de Panamá, 13 de marzo de 2016

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